Más y más debates: los de la tele aragonesa, los del Heraldo, los que la próxima semana organizará EL PERIÓDICO... Y como en todos ellos aparecen los mismos candidatos, estos ya le están cogiendo el punto al reallity para darle emoción al show. Mientras, los sociólogos se devanan los sesos (algunos partidos están haciendo además encuestas privadas para saber cómo va la campaña) pues está por ver si, después del 26-M, Aragón sigue siendo el Ohio español, el promedio nacional, el total dividido por sus partes. De momento, en las generales hubo alguna desviación curiosa, la más señalada el sorpasso de Cs al PP. Con una notable potencia en los ámbitos urbanos, los de Rivera ya se pusieron por delante de los de Casado. Ahora, además, mientras los últimos sondeos de los diario editados en Madrid advierten de que en la megacapital y en su bienpagá comunidad autónoma es fácil que ganen las izquierdas, aquí no se descarta lo cotnrario. Encima habrá que contar con la CHA y el PAR que podrían mover entre ambos alrededor de treinta mil sufragios.

Ciudadanos tiene buenas vibraciones. Para reforzar su posición en el ámbito rural, su candidato a presidir el Gobierno aragonés, Daniel Pérez Calvo, se pasea por el territorio y se retrata en poses agropecuarias. Bien sabe que su partido sólo alinea ante la próxima cita con las urnas 172 candidaturas municipales, por 652 el PP y 463 el PAR, que todavía no está acabado del todo y podría recuperarle voto a Vox tanto en el entorno de Zaragoza como en la provincia de Teruel.

Por idéntica regla de tres, CHA, con 183 listas municipales, aún supera a Podemos e IU, que se han quedado en 57 y 59, respectivamente. Y luego, claro, está el PSOE, que bate el récord con 701 y por ello está en condiciones de optimizar sus resultados en las autonómicas.

El espacio aragonesista

Por supuesto, el aragonesismo político (lo que se solía denominar «partidos de estricta obediencia aragonesa») no es lo que fue. Sigue ahí, en todo caso, en su versión conservadora y su versión progresista. Ambas tienen un sitio reducido pero que podría ser decisivo. Y aunque cada cual se sitúa en una orilla ideológica, ayer mismo sendas declaraciones, del candidato autonómico de CHA, José Luis Soro, y de la candidata zaragozana del PAR, Elena Allué, casi coincidieron en un asunto tan importante como la movilidad Este-Oeste en la capital aragonesa. El primero propuso potenciar el actual eje de Cercanías por donde circularía un Aratrén, hacia Huesca, Caspe o Calatayud, que luego «actuaría dentro de Zaragoza, como un tranvía». La segunda quiso más bien negarle la partida de nacimiento a ese artefacto (¡el tranvía!) al que tanta manía tienen las derechas, y apostó también por los Cercanías, que en el interior de la capital aragonesa serían, en este caso, «un metro ligero».

Si el PAR llega para ser el cuarto en discordia en la pelea desatada en las derechas (que están a matar entre ellas porque se lo juegan casi todo en esta tercera vuelta electoral), Chunta ocupa la misma posición en las izquierdas, o la quinta si pensamos en terrenos de juego como el Ayuntamiento de Zaragoza, donde a Zec, PSOE, Podemos-Equo y la propia CHA cabría sumar esa lista encabezada por el inspector de Hacienda Raul Burillo y de la que forma parte el historiador y novelista José Luis Corral. Estos van de outsiders, cierto; pero a los demás partidos progres (por usar el curioso lenguaje de Vox) les restarán tranquilamente unos votos, que quizás les vendrían bien para enganchar un concejal más o superar la barrera del 5%, sin la cual no hay nada que rascar.

Que esa es la otra: entrar en el reparto de puestos en las autonómicas y municipales exige un mínimo del 3% o del 5%, respectivamente, de los sufragios emitidos. Con la proliferación de candidaturas que se ha producido, esos topes pueden ser barreras insalvables para algunas opciones minoritarias.

Hablando de dinero

En esta campaña se habla mucho de dinero, pero a grandes rasgos: mucho tremendismo y mucha promesa, pero poco análisis específico de las cuentas públicas.

Las derechas, siguiendo con su mantra antifiscal que lo mismo les sirve para las sucesiones, el IBI, el IVA o las plusvalías, aseguran que bajarán impuestos... incluso a quienes ya no los pagan o apenas (las herencias, por ejemplo, ya están exentas hasta el medio millón). Azcón, el candidato del PP a la Alcaldía de Zaragoza, habla de que la capital es un «infierno fiscal», que él convertirá en paraíso quebrando e incluso eliminando cargas. ¿Cómo se mantendrán al mismo tiempo los servicios y pondrán en marcha las bonificaciones, subvenciones y alegrías que prometen? ¿Cómo, en el caso autonómico, se abordará el problema del déficit crónico y la infrafinanciación? Todos se ciñen más o menos al infantil argumentario de Vox: basta con eliminar duplicidades, burocracia, funcionarios y asesores. Ya... ¿pero cuáles exactamente? ¡Ah! Vayan ustedes a saber.

Desde la acera de enfrente, la cuestión financiera tiene otro enfoque pero también deja en el aire no pocas incógnitas. Ahí estaban las candidatas de Podemos-Equo, Maru Díaz (autonomía) y Violeta Barba (Ayuntamiento zaragozano), ofreciendo la creación de un parque de cinco mil viviendas públicas que contribuirán a controlar el precio de los alquileres. Está bien. Aunque... ¿de dónde saldrán esas viviendas y cómo se pagará su rehabilitación? Pues eso.