Manuel Blasco lleva más de 30 años en política, la mayor parte de ellos en el Ayuntamiento de Teruel, donde en la última etapa como alcalde se ha afanado por mostrar un marcado perfil de gestor económico que saneara las cuentas "como hace cualquier familia".

El que será desde hoy de nuevo alcalde de Teruel por el Partido Popular en esta legislatura ha llevado el bastón de mando en el Ayuntamiento durante tres etapas, aunque esta última haya sido la más dura en lo económico y la más estable en lo institucional.

Blasco (Teruel, 1960) no ocultaba su decepción cuando conoció los resultados de las últimas elecciones que le mantenían como fuerza más votada pero perdiendo cuatro concejales y la mayoría absoluta que había conseguido un partido por primera vez en Teruel en democracia.

Entró como concejal en el Ayuntamiento en 1987, y mantuvo su cargo de edil hasta 1999 cuando se convirtió en alcalde. En el 2000 llegó a ser presidente del PP en Teruel.

Desde 2004 es senador por Teruel, un cargo que disfruta y que no piensa abandonar porque allí se desenvuelve con soltura e incluso ha forjado amistades como la que le une al presidente de la Cámara Alta, Pío García-Escudero.

Blasco no teme dar su opinión, aunque a veces suponga salir del renglón marcado por el PP e incluso cause algún revuelo mediático con frases consideradas políticamente incorrectas como la que decía que las concejalas de su equipo habían saneado las cuentas mientras él tomaba café.

En la gestión diaria, este hombre tranquilo y amante de su intimidad, presume más de la práctica política que de la ideología, apelando al "sentido común".

La oposición le acusa en ocasiones de soberbio y de ser un "profesional de la política" en la que lleva más de 30 años, pero la realidad es que no rehuye las preguntas ni el contacto directo con los ciudadanos.

Un contacto que le expone a felicitaciones pero también críticas en una ciudad en la que, como él dice, los ciudadanos le paran por la calle para contarle sus problemas.

La vuelta de Blasco a la Alcaldía se produjo a seis meses de las elecciones municipales de 2011, tras la dimisión del entonces alcalde del PAR, Miguel Ferrer, que gobernaba en coalición con el PSOE, lo que le convirtió en primer edil como fuerza más votada.

Él recuerda que en aquellos tiempos la ciudad salía en los titulares de prensa porque cortaban la luz de los edificios públicos por impagos y por ser una de las ciudades más endeudadas por habitante y que con el saneamiento de la economía municipal, "pagando las deudas, como lo haría cualquier familia" esa imagen se ha desterrado.

Ha centrado su mandato en "arreglar" la situación económica del Consistorio, reduciendo a la mitad la deuda, cumpliendo un criticado plan de ajuste y renunciando a proyectos con los que sacar pecho en campaña.

En la pasada legislatura ha mostrado un talante conciliador a pesar de la mayoría absoluta, ofreciendo delegaciones a todos los partidos de la oposición, como ya se hizo en etapas anteriores, una mano tendida que todos a excepción del PSOE aceptaron.

Ese talante y la actitud del resto de partidos, cansados de las tensiones de la anterior legislatura, han hecho que haya sido una legislatura tranquila institucionalmente, con críticas que en ocasiones se centraban más en la política autonómica y nacional del PP que en la local.

Esas han sido las situaciones más comprometidas para Blasco, en casos como el cierre de la residencia Turia o la residencia juvenil Luis Buñuel, o los retrasos en la construcción del nuevo hospital.

Incluso, se ha manifestado por las calles de Teruel contra la decisión del Gobierno de Aragón de autorizar el Grado de Magisterio en la Universidad San Jorge de Zaragoza, por el perjuicio que supondría para el Campus turolense.

Pero es consciente de que los ajustes han tenido un coste en el electorado, porque ha tenido que renunciar además a llevar a cabo grandes proyectos reivindicados por la ciudadanía desde hace tiempo como la reforma del antiguo hogar Comandante Aguado como centro social y Conservatorio o nuevos como los que ha presentado en campaña de un nuevo parque temático en la ciudad.

Considera además injusto que la formación en Teruel haya sufrido castigo por la gestión nacional y los casos de corrupción, aunque en la provincia no se haya destapado ninguno, pero reconoce que los grandes partidos deben cambiar cosas de su funcionamiento para que evitar el castigo electoral de los ciudadanos.