Si los actos públicos son termómetros, el del PSOE ayer abandonó las gélidas estepas que ha atravesado en los últimos años para entrar en una zona templada que solo el domingo dirimirá si es una pasajera ola de calor o es la llegada de un plácido verano. En el cierre de campaña de ayer, unos tres centenares de personas sudaron a pesar del viento que azotaba en el Parque José Antonio Labordeta la escalinata de Alfonso El Batallador, el rey de la Reconquista aragonesa.

Todo un símbolo que resume a las claras las propuestas de los socialistas en estos largos quince días que concluyeron con un viento desapacible. Es para ellos el mismo que durante cuatro años ha arramblado con el bienestar y Alfonso I es el garante de su recuperación. Desde la centralidad y, como siempre pasó en Aragón, desde la búsqueda de pactos que no siempre fueron sencillos de alcanzar.

En un escenario político complejo para un partido que acaba de cumplir 136 años y fuerzas recién nacidas tratan de sustituirlas con nuevos lenguajes y signos, ayer bailaron más que hace cuatro años, y en la comparativa que se han marcado los socialistas, todos coinciden en que las sensaciones y las sonrisas eran mucho mayores que hace un año, cuando las elecciones europeas terminaron de confirmar que las crisis en los partidos no son flor de una convocatoria electoral. Por eso ayer, Carlos Pérez Anadón y Javier Lambán echaron el resto en el atril para agradecer a los militantes la campaña y animar hasta el último día a llenar las urnas "de puños y rosas".

Había cierto optimismo aunque son conscientes de que la empresa no es sencilla. Pero ayer celebraron que, por ahora, siguen vivos.