Viaje a Teruel en un día de perros. Llueve y las orillas de la carretera están salpicadas de nieve. Se puede imaginar cómo será la circulación cuando esté lista una autovía que, seguro, todos los partidos colocan entre sus prioridades. Las tierras de alrededor languidecen. Los pueblos se quedan vacíos por sus muchas carencias. Hay tanto por hacer que podría uno hartarse de poner en marcha proyectos en esta zona

Los escasos 37 kilómetros de autovía permiten relajarse tras el ajetreo de camiones y lluvia. A la derecha, la variante norte, por la que Teruel se habría alegrado más si no hubiera acumulado tanto retraso. Ambas infraestructuras están en el haber del PP.

En la capital, se dejan ver los efectos de un plan Urban que empezó un Gobierno (PP) y está llevando a efecto otro (PSOE-PAR). Parece imprescindible marcar los tantos de cada equipo , para adelantar el debate. Que el PSOE no hizo nada en catorce años y que el PP, en ocho, ha impulsado proyectos, pero despacio. En efecto, eso se escucha varias veces.

La cita resulta extraña. Santiago Lanzuela, que encabeza las filas del PP al Congreso, llega el primero. Bajo la torre de El Salvador llueve despacio. Soporta estoicamente el popular. No le apetece mucho un debate a cinco que termine siendo un todos contra el PP . Es algo a lo que siempre se enfrenta el que gobierna. Va desgranando sus opiniones mientras llega el resto, que se retrasa.

Lanzuela entró en política a finales de los ochenta. "Estaba con unos amigos y salió la discusión de siempre, que había que hacer algo por Teruel. Tenía un pie en el avión para irme a Centroamérica, pero dije que me llamaran si podía ser útil. Lo hicieron y volví", explica.

Siempre se habla de lo que hay que hacer para que Teruel avance; se denuncia el olvido a que la provincia ha sido sometida; se enumera lo que le falta; se prometen fórmulas para hacerla despegar... Y se concluye que Teruel siempre está empezando, que aún hay que despertar a Cenicienta y quitarle el título de provincia deprimida.

Durante la charla con Lanzuela --en un café ante lo que es ya una tormenta furiosa-- llegan otros tres candidatos: Gerardo Torres (PSOE), Inocencio Martínez (PAR) y Víctor Fatás (CHA). Amor Pascual (IU), la única mujer entre los cabezas de cartel, no puede venir. Lástima de fotografía que, además, debe ser de interior (la lluvia está imposible).

Lanzuela admite que el Gobierno del PP ha dejado cosas por hacer, pero destaca las otras muchas que ha hecho, como empezar la autovía. O proyectar otra a Cuenca. O convertir la línea férrea a Zaragoza en una de velocidad alta, obras muy necesarias. Sobre lo que falta, piensa que es sólo cuestión de seguir trabajando. "Se pueden hacer más cosas en próximos planes", apunta.

No quiere quedarse al debate, así que se despide, no sin saludar a Gerardo Torres, con el que ha estado en el Congreso. Se ponen a hablar de un día en el que el socialista fue especialmente duro con el ministro de Economía, Rodrigo Rato. "No se ha portado bien con el Gobierno", comenta Lanzuela delante del socialista. "Saqué de quicio a Rato, admito que estuve duro", concede éste, pero recuerda que tuvo iniciativas positivas que no han trascendido.

Ya en una mesa con Torres, Martínez y Fatás el debate es fluido, animado, correcto, lo que no excluye que se lancen dardos (especialmente, CHA y el PAR entre sí). No hay soluciones mágicas. Todos tienen las mismas demandas y compromisos: buenas infraestructuras y servicios públicos, nuevos yacimientos de empleo a partir de materias primas y de la gran riqueza patrimonial y medioambiental de la provincia... Es decir, dinero. Todos prometen que si gobernaran impulsarían proyectos que son caros.

La polémica hidráulica no entra en el debate. Teruel se ha quedado un poco al margen de ella, aunque

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