Era el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Los candidatos se pusieron más amables, se rodearon de señoras y tiñeron sus mítines de morado feminista; incluso Mariano Rajoy, que la derecha moderna ya no se corta a la hora de conmemorar las jornadas reivindicativas instituidas por los rojos . Pero estamos embocando la recta final de la campaña y mientras algunos afamados analistas aseguran que ya está todo decidido, otros perciben un crescendo final que puede acabar en apoteosis. ¿De quién? Ese sigue siendo el tema. Por ello el PP está metiendo mucha presión: No quiere quedarse en una mayoría rapadiña (Fraga dixit). A su vez, IU y los partidos nacionalistas o regionalistas aprietan también el acelerador a la caza y captura de los escaños que todavía permanecen accesibles. Sólo el PSOE mantiene ese ritmo ni calmo ni veloz sino todo lo contrario, que parece ser la velocidad de crucero en la que más cómodo se siente José Luis Rodríguez Zapatero, ahora que le está cogiendo el tranquillo.

Uno de los problemas que tiene la sucesión de mítines, actos y ruedas de prensa es que a los candidatos se les agota el repertorio y tienen que repetirse. Rajoy vende una y otra vez la urgencia de salvar España y de pagar la hipoteca (tiene gracia: habiendo sido la política de vivienda de estos últimos ocho años un monumental desastre, sus consecuencias pueden ser usadas ahora como recurso electoral). Zapatero ofrece un compromiso, un sueño, una ilusión (se supone que algo maravilloso, aunque no haya forma de saber sus detalles). Llamazares, las demás izquierdas y los nacionalistas "de distinto pelaje" (palabras de Piqué) hacen lo que pueden, que es bastante, en su intento de quebrar el bipartidismo y llevar la pluralidad al Congreso, en el que según las encuestas podría haber tras el 14-M más grupos parlamentarios que nunca.

Apenas hubo alusiones a las elecciones griegas, donde la derecha ha desplazado del poder a los socialistas. A lo mejor es porque, como los helenos llevan tantos decenio oscilando entre un Papandreu y un Karamanlis, los atareados políticos españoles ya no distinguen quién baja y quién sube.

Mujer, mujer, mujer

Los mítines del mediodía fueron cien por cien femeninos, como era de rigor. Rajoy, con su mejor aspecto de señor formal, propuso aumentar las ayudas a las madres trabajadoras e impulsar la igualdad y aseguró que la próxima legislatura será "la legislatura de la familia". Un risueño Zapatero prometió la paridad entre los altos cargos de la Administración, así como una Agencia para la Igualdad en el Empleo. Llamazares ofreció directamente un Ministerio de la Mujer. Durán Lleida planteó un sistema de bajas por maternidad y paternidad a la escandinava . Todos abominaron de los malos tratos y los crímenes de género. Los que han estado en la oposición lo hicieron con más ímpetu, como es lógico. Desde que gobierna el PP han sido asesinadas en España quinientas mujeres. Es un dato que en verdad pone los pelos de punta.

Se busca desesperadamente el voto de las mujeres y de los jóvenes. En los escenarios de los mítines, convertidos en auténticos platós televisivos, los candidatos con más posibles se rodean de muchachas y muchachos (quizás para compensar la elevada edad media del resto de la audiencia). Los expertos consideran que en esos grupos sociales está la mayor cantidad de indecisos.

Disparando a matar

Por eso el paréntesis feminista apenas duró. Se esfumó la cortesía, acabaron los saludos a las damas y siguió el duelo a sablazos.

El PP distribuyó por España a sus principales candidatos con orden de tirar a matar apuntando al PSOE. A ellos pertenecen las perlas de la jornada: "Si los socialistas quieren ser equidistantes entre PP y PNV acabarán como los nacionalistas, defendiendo a quienes quieren romper y a quienes quieren matar" (Jaime Mayor Oreja en Ermua). "No conozco a ningún socialista que por llegar al gobierno no estuviera dispuesto a pactar con el mismo diablo" (Josep Piqué en Trujillo). "El 14-M está en juego la posibilidad de arrinconar definitivamente al terrorismo" (Mariano Rajoy en Valencia).

Desde el PSOE replicaron. Felipe González lo hizo a la florentina. Zapatero pidiendo buenas maneras... Pero otros no se pudieron contener: "El PP llegó al poder mintiendo y mintiendo se irá de él (Juan Carlos Rodríguez Ibarra en Badajoz).