¿Has vuelto a oír algo más sobre los refugiados de Siria un mes después de lo ocurrido? ¿Has oído hablar de los atentados que suceden en Siria? ¿Has oído hablar de la esclavitud en el mundo? ¿Has oído hablar de los atentados en Irán con más de 100 muertos?

La respuesta seguramente sea que no, ¿pero por qué? Nosotros la tenemos. Cuando rastreas en Internet la palabra «atentado», inmediatamente salen opciones de búsqueda relacionadas con atentados en Europa donde mueren entre 4 y 8 personas y todo el mundo se conmociona, cosa que no decimos que esté mal. Pero, ¿y los atentados en el resto del mundo?

¡Qué injusticia por Dios! Que hicieran un concierto para recaudar dinero para las familias de Manchester y que no lo hagamos para países como Siria e Irán en los que mueren más de 100 personas cada semana. Los refugiados siguen sufriendo y, al parecer, nos hemos olvidado de ellos. En enero todos estábamos preocupados; salían en los medios de comunicación, se hacían campañas… pero ahora mismo es como si se hubieran ido, los medios de comunicación ya ni lo mencionan. Pero… ¿es verdad? ¿Se han ido? ¿Ya tienen hogar? Pues claro que no, los hemos abandonado a su suerte, nos han pedido la mano pero les hemos dejado caer, por nuestro egoísmo.

¿Os dais cuenta de nuestra hipocresía y nuestra superficialidad? ¿Dónde se han ido esos lamentos por esas personas que no se diferencias en nada de nosotros?

Lo estamos haciendo mal; incluso las campañas de ayuda consistían en mandar mantas. ¿Cómo iban los gobiernos a interesarse por ayudarles si nosotros ya estábamos preocupados por mandar mantas? No decimos que intentar ayudarles así sea malo, pero no va a solucionar nada. Debemos buscar respuestas, no que las busquen por nosotros.

Nos estamos convirtiendo en una sociedad que prefiere aparentar a ser, porque pongamos más ejemplos que nos avalen: ¿Quién no sale en Semana Santa a ver o participar de forma directa en una procesión? ¿Y quién vuelve a oír algo sobre esta doctrina hasta el siguiente año? ¿Por qué pasa esto? Reflexiona…

Pero incluso en el ámbito más personal nos podemos encontrar ejemplos cotidianos en los que nuestra superficialidad aflora. Un niño le pide un móvil a sus padres. Éstos, desconcertados, le dicen que ya le compraron uno hace un año el cual sigue en perfecto estado. El niño, como un energúmeno, continúa insistiendo a sus padres hasta que al final le tienen que comprar otro.

¿Qué situación es ésta? ¿Por qué estamos optando por dejar de afrontar los problemas e irnos por el camino fácil? Lo que está ocurriendo es que estamos viviendo un cambio social que nos supera a todos. Ahora todo lo que hemos usado para llegar aquí ya no nos sirve, ya que nos hemos dejado arrastrar por la estupidez y la superficialidad. Nos sentimos vacíos y decidimos llenar ese vacío con cosas materiales.

Cuántas personas están dejándose llevar por la situación sin afrontar las cosas. Cuántas personas están dejando de ser por aparentar. La pregunta es: «ser o no ser, esa es la cuestión».