Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y esta semana, en el Estudiante, nos hacemos eco de una instantánea que ha dado la vuelta al mundo: la de la cumbre del Everest, la montaña más alta del mundo, abarrotada de alpinistas dispuestos a coronar su cima tras hacer cola durante varias horas para lograr la hazaña.

Que llegar al techo del mundo se esté poniendo más difícil que plantar la sombrilla en la playa de Salou en pleno mes de agosto, revela la masificación que sufren algunos destinos turísticos que se han vuelto muy populares entre los viajeros en los últimos tiempos.

Javier Garrido, de la agencia de viajes y turismo activo Aragón Aventura que organiza expediciones y trekkings, explica que lo que sucede en el Everest es más una cuestión de espacio que de gente y que pasa también en lugares como el Aneto, en Aragón, o el Cervino, en Suiza. «Para llegar a la cima, hay que atravesar pasos obligados y estrechos por los que solo cabe una persona. Es ahí donde se producen los atascos», explica el experto en montañismo.

Pero hay otras causas, como el auge de las agencias de viajes que organizan expediciones para coronar el emblemático 8.000 de la cordillera del Himalaya o la política del gobierno de Nepal, país en el que se ubica, de dejar ascender a la cima a todo aquel que pueda pagar uno de los permisos que expide la oficina de turismo del país, 375 este año, la cifra más alta desde la primera ascensión exitosa a la montaña en 1953.

Para el responsable de Aragón Aventura, «Nepal es un país pobre y tiene derecho a usar sus recursos como quiera», aunque indica que habría que limitarlo de alguna manera, por ejemplo, siendo más selectivos con los expedicionarios que suben a la cima. «Sería una manera de frenarlo, tomar consciencia los montañeros, las agencias y el gobierno de Nepal para exigir mucha más experiencia, para que la gente tenga que esperar y prepararse a consciencia». Desde el pasado mes han fallecido once personas intentando hacer cumbre en el Everest.

Hay agencias que organizan expediciones al Everest, como es el caso de Aragón Aventura, para las personas que quieren cumplir con el sueño de escalar la montaña más alta del mundo. «Si alguien quiere subir al Everest con nosotros, miramos la experiencia que tiene y le decimos si puede o no puede», explica Garrido.

Pero algunas agencias prácticamente no exigen ningún requisito físico y organizan este tipo de expediciones para gente sin experiencia. «A base de recursos, como más botellas de oxígeno y más guías especializados, consiguen que suba el Everest gente que no se ha puesto en su vida unos crampones», cuenta Garrido.

En busca de nuevas experiencias

Los viajeros de hoy ya no se conforman con pasar sus vacaciones tumbados en una hamaca al sol en un hotel del Caribe con la pulsera de todo incluido en su muñeca. «Conforme más nivel de vida tiene un país, una de las cosas que más quiere la gente es viajar y hacer cosas en su tiempo libre que no hace normalmente», explica Garrido, que subraya que no es algo malo querer disfrutar del tiempo libre en contacto con la naturaleza, aunque «hay lugares en los que se concentra tantísima gente que es un peligro, y al final no es bueno».

Los viajes a lugares recónditos del mundo para descubrir su cultura y belleza natural y poder practicar deportes de aventura como el montañismo o el buceo, están de moda. Es el denominado turismo activo o de experiencias, que ofrece a los viajeros disfrutar de momentos únicos e inolvidables.

Jorge Moncada, presidente de la Asociación Aragonesa de Agencias de Viajes y propietario de la agencia Viajes Área, cuenta que imágenes como la del monte Everest se producen cada vez más en otros destinos turísticos del mundo.

«Cada vez hay más información de los lugares, más películas, más libros y más documentales, y todo el mundo quiere conocerlos», cuenta Moncada, que añade que «este tipo de situaciones se dan hoy en día en algunas de las Siete Maravillas del Mundo, desde no poder dejar tus pertenencias en el Taj Mahal porque está lleno al entrar, hasta no poder pasar por las pasarelas de la zona brasileña de las cataratas de Iguazú».

Y aunque los gustos de los viajeros han cambiado, también se siguen realizando los típicos viajes al Caribe o a las capitales de Europa. «La realidad es que todo el mundo viaja hoy en día, hay más viajeros y también diferentes tipos de viaje. Viajar hoy no es un capricho, se ha convertido en una necesidad», asegura Moncada.

Según el representante de las agencias de viaje aragonesas, actualmente existen tantos tipos de viajes como viajeros, y cada uno busca la experiencia que desea vivir. En el caso de las expediciones al Everest, se trata de un «tipo de viajero con un poder adquisitivo alto, relativamente joven y con un estado físico excepcional».

Moncada explica que es cierto que hoy en día la gente está mucho más preparada físicamente y por ello se creen en la posibilidad de realizar este tipo de ascensiones», pero considera que este tipo de viajes deberían estar «hiperregulados» y ofrecer «las mayores garantías de seguridad».