Tras unas largas vacaciones, llega el inicio del curso y con él los madrugones, las mochilas cargadas de libros y los largos ratos de estudio en casa o en la biblioteca. La vuelta a clase puede generar cierta ansiedad y nerviosismo. El nuevo curso trae consigo nuevas asignaturas, nuevos profesores y compañeros, y nuevos retos que superar. Para que este aterrizaje sea lo más suave posible, podemos seguir una serie de consejos que nos harán más llevadera la vuelta a la rutina, como por ejemplo, el combinar actividades de ocio con el trabajo de clase en estos primeros días de septiembre.

«Igual que no es recomendable pasar de un estado de bienestar a meternos en una sauna a 50 grados, lo mismo sucede con el inicio de curso», explica al exorientador de Secundaria y presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, Juan Antonio Planas.

Eso que llamamos estrés postvacacional no es otra cosa que pasar de un periodo de ocio sin ninguna obligación a una jornada laboral o escolar con muchas exigencias, como la de madrugar, ir a clase, realizar tareas escolares en casa, etc. Según Planas, este cambio no puede hacerse de una manera brusca, sino que tiene que haber una transición. «Los últimos días de vacaciones tenemos que acostumbrarnos a tener unas rutinas: hora de levantarse, hora de acostarse, algún tipo de lectura, etc. Y cuando llega septiembre, lo mismo. No podemos pasar de estar realizando actividades de ocio y tiempo libre a encerrarnos en casa, con el ordenador y el teléfono, rodeados de libros», explica. Para que eso no ocurra, el psicopedagogo recomienda combinar el trabajo en las aulas con otras actividades de ocio y tiempo libre, como reencontrarse con los compañeros de clase, ir al teatro o al cine, salir a pasear o practicar alguna actividad deportiva. «¿Por qué no seguimos haciendo deporte ahora que aún hace buen tiempo? ¿Por qué nos vamos de viaje el fin de semana a la playa, al pueblo o a la montaña?», se pregunta el psicopedagogo.

Primeras impresiones

Para Planas, dedicar parte de nuestro tiempo a disfrutar no está reñido con entregarse desde el primer día a las clases con intensidad y pasión. «Estos primeros días son muy importantes para que el profesorado nos conozca y vea que tenemos interés. Es lo que se denomina ‘efecto primicia’, y es que las primeras impresiones son muy importantes cuando empezamos un nuevo curso y conocemos a nuestros profesores», incide el experto.

Para causar buena impresión es importante mostrar una buena actitud. «Proponte organizarte bien, llevar las tareas al día y estudiar dos o tres horas diarias, independientemente del curso en el que estés. Es una forma de acostumbrar a nuestra mente y de mejorar la imagen que damos a los demás. Es también una forma de decirnos a nosotros mismos que si queremos, podemos, y sobre todo de evitar la temida procrastrinación», alerta Planas. Esta no es otra cosa que posponer nuestras obligaciones al último momento, por ejemplo, cuando dejamos los deberes para el final de la tarde, o tenemos que estudiar y hacer un trabajo y lo dejamos para la semana siguiente. «Pensamos que nos va a dar tiempo y luego se acumula todo. Es en estos casos cuando aparece el estrés y nos bloqueamos, pensando que no podemos continuar», explica.

Una correcta planificación de nuestro tiempo resulta fundamental para evitar que esto suceda. «Muchos estudiantes fracasan porque no se planifican bien», asegura el orientador, que sostiene que aunque vivimos en una sociedad donde los valores que nos transmite la televisión nada tienen que ver con el esfuerzo que se necesita en el ámbito educativo, es un error pensar que se puede tener éxito sin ser constante.

Según el psicopedagogo, «las personas que triunfan en la vida son las que tienen más perseverancia, las que explotan sus capacidades sean las que sean. Independientemente de nuestra inteligencia, todos tenemos capacidades que podemos potenciar, el triunfo depende más de la constancia y la inteligencia emocional. Por eso ningún alumno debe decir ‘yo soy torpe’, ‘yo no voy a poder’ o ‘esto me supera’. Todo los alumnos que se lo propongan pueden triunfar y conseguir ser lo que quieran en una formación acorde a sus capacidades».

Estar motivado

Y todo esto tiene que ser fruto del trabajo cotidiano. «No existen fórmulas mágicas para motivarse», afirma Planas. Aunque los adolescentes son muy proclives a echar las culpas de lo que les sucede a los demás, lo que en el ámbito de la psicología se conoce como ‘atribución extrínseca’, algo que puede ayudar a afrontar el nuevo curso con éxito e ir superando los posibles obstáculos que podamos encontrar es preguntarnos qué hacemos mal.

«Si suspendemos una asignatura o algo no sale cómo esperábamos, hay que preguntarse por qué hemos fallado, por qué no hemos hecho lo suficiente y por qué no nos hemos organizado mejor. Planificar el tiempo desde el primer día es muy importante para que todo salga bien durante el curso. Apagar el smatphone cuando estemos estudiando para que no nos moleste y organizar bien nuestro horario es fundamental para no estresarse cuando el trabajo se va acumulando», advierte Planas.