En la década de los 90, para conectarse a internet se utilizaban unos aparatitos llamados módems que eran muy ruidosos y nos dejaban sin teléfono en casa cuando navegábamos. Si comparamos aquellos módems de hace 30 años con una carretera, la banda ancha de hoy sería una autopista. Cuanto más ancha es esta autopista, más tráfico puede circular por ella al mismo tiempo. El tamaño de esa autopista se conoce como ancho de banda o velocidad.

Un ancho de banda elevado significa que por esa autopista puede circular un mayor tráfico de información. Ese tráfico son películas, series, música o videos que descargas o ves a través de internet. Cuanto mayor es el ancho de banda de tu conexión a internet, más películas y canciones podrás ver y escuchar.

La banda ancha funciona además con un router, que es un aparato que se conecta directamente por cable con la línea telefónica y no impide recibir llamadas. Simplemente expande la señal de internet y puede enviarla a más de un dispositivo a la vez, por lo que todo el hogar queda conectado.

Existen varias tecnologías de banda ancha de internet. Las principales son el ADSL, el cable o la fibra óptica. En ADSL las ofertas que se anuncian son con «hasta» cierta velocidad. Este «hasta» hace referencia a la máxima velocidad a la que puede circular el tráfico. Si lo que se anuncia es lo máximo, significa que la velocidad que normalmente recibes puede ser inferior. Dependiendo en la zona en la que te encuentres, puedes tener una mayor velocidad o te puede llegar menos.

Con la fibra óptica y el cable, la velocidad contratada suele coincidir con la que te llega a casa, de ahí los típicos esloganes publicitarios de «tantos megas reales». A mayor velocidad que tenga nuestra conexión a internet menos tiempo nos costará descargarnos discos, libros, películas, series, etc..