El 7 de febrero de este 2020 se anunció el AMD Thread Ripper 3990X, el procesador para ordenadores más potente del mercado. Con un precio de 3.990 dólares, el producto contiene en su interior unos 3.800 millones de transistores. En términos informáticos, el avance de los procesadores es directamente proporcional al número de transistores que albergan en su interior. Mayor potencia de procesador también significa mayor avance tecnológico, ya que los ordenadores personales son capaces de hacer más cálculos matemáticos por segundo.

George M. Moore desarrolló una ley empírica conocida como la Ley de Moore que expresa que cada 2 años, el número de transistores debería duplicarse. Pero, muchos ingenieros tecnológicos están especulando que esta ley podría dejar de cumplirse. ¿Estamos frente a una barrera tecnológica? ¿Ha encontrado la humanidad un muro que le impide seguir avanzando?

Primero, debemos explicar el porqué de la pérdida de avance tecnológico. Para poder añadir más transistores a un procesador, necesitamos reducir el tamaño de los mismos. Cuando los microprocesadores fueron introducidos por primera vez en 1971 con el Intel 4004, éste contenía tan sólo 2.250 transistores y el tamaño de estos era de 10 micrómetros (10 µm). Actualmente el Thread Ripper 3990X del equipo de AMD contiene transistores del tamaño de 7 nanómetros (7 nm). En medio siglo, se ha conseguido que quepan aproximadamente 1.507.936 veces los transistores que cabían en el nacimiento del Intel 4004.

En un mundo perfecto, los ingenieros serían capaces de continuar reduciendo el tamaño de los transistores infinitamente, pero TSMC, una empresa que se dedica a fabricar el proceso litográfico (el dibujo y modelo) de los transistores, ha descubierto que nos será probablemente imposible superar la barrera del nanómetro. El proceso de 1nm marca el límite físico de los semiconductores en base de silicio. Entonces, ¿cuál es la solución?

Sólo podemos hipotetizar. Podríamos hacer los procesadores más grandes en tamaño, pero eso significaría mayor superficie que enfriar. Podríamos ralentizar la velocidad en la que reducimos el tamaño para prolongar y completamente definir los máximos exponentes de los procesos actuales. Podríamos incluso centrarnos en hacer los procesadores muchísimo más eficientes a la hora de realizar sus millones de decisiones, disminuyendo la ya pequeña latencia de sus memorias internas.

Se predice que para el 2024, el proceso litográfico de 2 nm será producible. Así que podríamos esperar llegar al límite de 1nm para el 2026, si la Ley de Moore es de fiar. Lo único que debemos hacer es tener esperanza de que algún ingeniero dé con la mina de oro. O en este caso, con el proceso que haga esta barrera inexistente, o al menos, evitable. H