Su auge es evidente y promete ser uno de los regalos estrella de estas Navidades. El patinete eléctrico se ha convertido en uno más en las calles de Zaragoza y cada vez es más frecuente cruzarse con alguno de estos vehículos cuando vamos camino del instituto o del trabajo. A ello ha contribuido la llegada de empresas de patinetes compartidos, que han desplegado en la capital aragonesa una flota de 500 de estos dispositivos en los últimos meses.

En la capital aragonesa, el patinete eléctrico vive un auténtico boom. Este sistema de transporte permite cubrir largas distancias y subir cuestas sin un gran esfuerzo físico. La capital aragonesa no es del todo plana. Para ir del centro a barrios como La Romareda o Torrero hay que darle fuerte al pedal si nos movemos sobre las dos ruedas. Con el patinete eléctrico, basta con situarse encima de la plataforma, tomar impulso y apretar el acelerador para echar a rodar. Si queremos parar o aminorar la marcha solo tenemos que pulsar el freno.

Carlos Ciria es usuario habitual del patinete eléctrico que emplea sobre todo para ir a trabajar. «Me lo compré hace un mes pero lo uso desde antes porque me lo dejó un amigo», comenta este periodista zaragozano.

A Ciria ir en patinete desde su casa en el barrio de Torrero al centro de Zaragoza le cuesta apenas unos 15 minutos. «No tardas nada y lo puedes dejar en cualquier sitio sin que moleste. Además. no contamina y te lo pasas bien mientras conduce. No te cansas de conducirlo, solo tienes que impulsarte y controlar. Para mí que soy de la generación del patinete, ha sido como una vuelta a la juventud», cuenta.

Este tipo de vehículos presenta también ventajas con respecto a otros medios de transporte ecológicos como la bicicleta. Ciria destaca su rapidez, ya que «no pierdes tiempo en aparcarlo y te evitas los semáforos y atascos». Y además es cómodo de manejar y de guardar: «Pesa unos 10 kilos, así que lo puedes subir a casa o entrarlo al trabajo sin ningún problema»

Aunque si en algo nota este periodista el uso del patinete es en el bolsillo. «Ahorro mucho dinero en gasolina y no me cuesta nada cargarlo. Cuando la batería se acaba lo enchufas a la red como si fuera un teléfono móvil y en unas cinco horas vuelve a estar listo».

El precio de estos dispositivos también es asequible. «Por unos 400 euros se puede encontrar un modelo de gama alta», asegura Ciria, que indica que estos modelos tienen una autonomía de 30 kilómetros y pueden alcanzar los 25 kilómetros hora. También los hay más baratos y más caros, por encima de los 1.000 euros.

No obstante, la llegada de los patinetes a las calles genera dudas a usuarios y peatones. El patinete se enmarca dentro de los denominados Vehículos de Movilidad Personal, como los overboards. No existe una normativa clara a nivel estatal que regule su circulación, aunque el Ayuntamiento de Zaragoza trabaja ya en la elaboración de una nueva ordenanza municipal de peatones y ciclistas que regule la llegada de estos vehículos eléctricos.

Por ahora, los patinetes pueden circular por las aceras siempre que sea a una velocidad reducida, similar a la del peatón. Para alcanzar los casi 25 kilómetros hora que permite el aparato tiene que rodar por los carriles bici. A día de hoy estos vehículos tienen el mismo rango que una bicicleta, es decir, pueden circular tanto por carriles bici como por zonas verdes o parques. Sin embargo, no pueden hacerlo por la calzada, algo que sí está permitido para las dos ruedas.

Carlos Ciria reconoce que se producen percances entre usuarios de patinete, peatones y ciclistas. «Los peatones no se dan cuenta de que cada vez van más patinetes por el carril bici y no se percatan de su llegada; están más acostumbrados a convivir con las bicis que con el patinete», justifica.

Al mismo tiempo critica la falta de civismo de algunos usuarios de patinetes compartidos. «Los he visto tirados por la acera y aparcados en el propio carril bici, lo cual es un peligro tanto para los peatones como para los que vamos en patinete o en bicicleta».

Sobre si nos encontramos ante una moda pasajera o ante un vehículo que ha llegado para quedarse, el periodista cree que todo dependerá de cómo se regule. «Si esa regulación limita las ventajas que tiene el patinete evidentemente habrá menos gente que lo use. Si me obligan a ir por la calzada y hay atascos, ¿de qué me sirve si lo que quiero es ahorra tiempo?», se pregunta el joven.

Patinetes compartidos

A las personas que como Carlos se han hecho con un patinete para desplazarse de un lado a otro de la ciudad, se han sumado en los últimos meses los usuarios de los nuevos servicios de patinetes compartidos que han desembarcado en Zaragoza. La ciudad cuenta en la actualidad con tres empresas que alquilan estos vehículos. En estos momentos hay más de 500 de estos dispositivos desplegados por toda la ciudad.

Encontrar un patinete compartido es muy sencillo, solo hace falta descargarse una aplicación móvil, registrarse y buscar en el mapa el dispositivo más próximo. El móvil geolocaliza el patinete más cercano. Cuando el usuario llega a él, lee el código QR del dispositivo con su móvil y el cronómetro empieza a contar. Porque, claro, hay que pagar por su uso. El alquiler de los patinetes se realiza por minutos, con un coste de 15 céntimos.

Los servicios de patinetes compartidos cuentan ya con 5.000 usuarios registrados y la cifra no deja de aumentar. El uso de la aplicación está restringido para mayores de 18 años. En la aplicación se explica muy por encima cómo funciona el aparato y se insiste en la conveniencia de utilizar casco y respetar las normas de circulación. Los patinetes solo están disponibles durante el día. Las empresas retiran los patinetes todas las noches y los depositan de nuevo en las calles durante la madrugada. Así revisan posibles incidencias y cargan baterías

Pero no solo patinetes, también bicicletas y motos circulan ya por la capital aragonesa bajo este nuevo sistema para compartir vehículos. En cualquier punto de la ciudad de Zaragoza se pueden encontrar motos eléctricas amarillas y negras o bicis de color gris y naranja, que se suman a las rojas del servicio Bizi que funciona en la ciudad desde hace 10 años.

Una de las principales ventajas de estos sistemas de movilidad compartida es la libertad que ofrecen a los usuarios, que no tienen que aparcar los vehículos en estaciones concretas repartidas por la ciudad. El vehículo puede estacionarse en cualquier lugar siempre y cuando no moleste y se respeten las normas para aparcar establecidas en cada caso.

Gran parte de la responsabilidad de este cambio en la movilidad zaragozana se inició con la puesta en marcha del tranvía. En ese momento, muchos usuarios se convencieron de que existían muchas más opciones para acceder al centro de la ciudad sin coche y con el tiempo han ido surgiendo muchas alternativas.