Desde el pasado 31 de enero, el Reino Unido carece de representantes en las instituciones y no participa en la toma de decisiones de la Unión Europea (UE). Es la primera consecuencia del brexit, nombre con el que se conoce a la retirada del Reino Unido de esta organización de países, que fue aprobada por el parlamento británico de manera definitiva el pasado 23 de enero.

El abandono de uno de los países que forma parte del grupo de los 27 es un hecho inédito en los 60 años de historia de la UE. Aunque el Reino Unido siempre había marcado distancias con el organismo supranacional -es el único país que mantuvo su moneda propia (la libra) cuando el resto de países adoptaron el euro en el 2002-, nadie creyó que el deseo de una parte de los británicos de desconectarse totalmente del continente llegaría tan lejos.

Con la aprobación del brexit, el Reino Unido abandona Europa 47 años después de su ingreso. Esta salida deja un sabor amargo sobre todo entre quienes han trabajado en sus instituciones. La imagen de los eurodiputados británicos llorando a moco tendido en su última jornada en el Parlamento Europeo fue muy comentada. «Volveremos» o «esto no es un adiós, solo un hasta luego», fueron algunas de las frases que pronunciaron en sus emotivos discursos de despedida en la Eurocáma, una sesión en la que también unieron sus manos para cantar juntos Auld Lang Syne, un poema escocés que tradicionalmente se escucha en despedidas.

Es también un reflejo de la profunda fractura que existe en las calles británicas entre los partidarios y contrarios al brexit. «El Reino Unido está más dividido que antes», explica Miguel Ángel Lucía, secretario general del Consejo Aragonés del Movimiento Europeo y representante permanente ante las instituciones europeas de la organización empresarial Cepyme Aragón.

Según comenta este europeísta, el brexit se aprobó en referéndum ciudadano por una diferencia muy ajustada: un 51% de los votos a favor y un 49% en contra. Fue rechazado en Escocia, Irlanda del Norte y gran parte de Gales y el nivel de abstención en las votaciones fue muy alto. «Esto es algo que genera un gran problema dentro del país que de ahora en adelante va a tener consecuencias», adelanta Lucía.

Con la salida del Reino Unido de la UE se abre ahora un periodo de transición en el que ambas partes deben negociar sobre un montón de cuestiones que no han quedado resueltas en los tres años que ha durado el proceso. Entre estas, destacan sobre todo las relaciones comerciales entre ambas, para saber si se establecerán o no aranceles a las mercancías que entren y salgan de las islas británicas. Otro aspecto importante de las negociaciones van a ser los derechos de los ciudadanos, es decir, qué ocurrirá con los europeos que viven en Reino Unido y los británicos que viven en Europa, y con sus derechos a trabajar, residir y acceder a los diferentes sistemas de salud.

Los efectos del brexit se notarán también en la libre circulación de personas y mercancías. «¿Me hará falta el pasaporte para el viaje de estudios a Londres?» «¿Tendrá mi empresa que pagar más impuestos por vender productos o servicios en Reino Unido?» Son algunas preguntas que se hacen los ciudadanos.

Lucía explica que, por el momento, «todo va a seguir como hasta ahora, al menos hasta finales de año». Si no se alcanza un acuerdo durante el 2020, las negociaciones podrían prolongarse dos años más. También existe la posibilidad de que el ahora primer ministro británico, Boris Johnson, opte por una ruptura con la UE sin acuerdo, «una salida dura», como la definen los expertos.

El brexit comenzó oficialmente el 26 de junio del 2016 con la celebración de una consulta ciudadana sobre la permanencia del Reino Unido en la UE. Se iniciaba un proceso que dura más de tres años durante los cuales la división entre la población británica ha ido cada vez a más.

Para Lucía, los políticos favorables al brexit «han buscado mantenerse en el poder a cambio de influenciar a la población en unas elecciones marcadas por las fake news». Se han realizado campañas plagadas de informaciones falsas que han dividido a la gente. «Es muy fácil que estos discursos calen, sobre todo cuando hay una crisis, porque dan soluciones simples a problemas muy complicados», justifica el especialista.

«La inmigración nos quita puestos de trabajo», «Europa perjudica los intereses del Reino Unido» o «los burócratas de Bruselas imponen normativas que los británicos no queremos», han sido algunos de los argumentos utilizados por los partidarios del brexit para convencer a la población de que fuera de Europa se vive mejor.

Unos mensajes «totalmente falsos», según Lucía, ya que pertenecer a la UE conlleva numerosas ventajas y las normativas europeas se aprueban en el Parlamento «donde todos los países tienen representantes» y son «un acuerdo mutuo en el que todos salimos ganando».

Según el experto, el brexit no es un fracaso de Europa, que es «un proyecto totalmente consolidado, que hay que seguir construyendo». Pertenecer a Europa aporta múltiples beneficios incluso para los países más ricos. «La UE es la segunda economía mundial y países como Alemania no estarían entre los 15 primeros mejores del mundo si no formaran parte de la UE», explica Lucía.

Además, el secretario general del Consejo Aragonés del Movimiento Europeo señala que «hay una serie de retos que nos superan como país, como es el cambio climático o las amenazas de los populismos y la ultraderecha, ante los que juntos somos más fuertes».

Más que un mercado o una fuerza económica, la UE representa hoy unos valores que todos compartimos. De hecho, la defensa de «un estilo de vida europeo» es una de las «principales prioridades» de la nueva Comisión Europea presidida por Ursula von der Leyen, junto a la conservación del medio ambiente y el bienestar de las personas, destaca Lucía. Un estilo de vida con el que «muchos ya han nacido» y «que dan por sentado», que se caracteriza por vivir en Estados libres, democráticos y donde existe respeto a los derechos humanos: «¿Qué europeo no está de acuerdo con esto?», cuestiona.