Aunque mucha gente piensa que correr es fácil y se tiene la tendencia de salir a correr por libre, el running es una actividad física y, como tal, requiere ir bien equipado y estar muy atento a las señales de nuestro cuerpo para no sufrir ningún percance mientas entrenamos o participamos en una carrera.

En la bolsa de un corredor no pueden faltar unas buenas zapatillas, que amortigüen bien el impacto que supone ir golpeando el suelo con nuestros pies. Con unas buenas zapatillas no solo podemos correr más y mejor, sino prevenir la aparición de lesiones.

En cuanto a la ropa, lo fundamental es que sea cómoda y transpirable, es decir, que deje atravesar el sudor de nuestro cuerpo. Un chándal o unas mallas con camiseta y, en invierno, un forro o cortavientos son suficientes para poder empezar a correr. Si por algo triunfa el running es porque es un deporte que no necesita de una gran inversión para comenzar a practicarlo. Tampoco es necesario que te abrigues mucho aunque haga algo de frío, porque una vez que empieces a correr tu temperatura corporal subirá. Eso sí, si has sudado y paras de correr, abrígate para no resfriarte.

En el running, como en cualquier deporte, una alimentación sana y equilibrada es muy importante para afrontar cualquier entrenamiento o prueba. Huye de las grasas saturadas, la comida basura, los alimentos precocinados y el alcohol, y toma un aporte extra de hidratos de carbono en las horas previas a realizar una carrera o un entrenamiento con un desgaste físico importante.

También, antes, durante y después de la carrera, es importante mantenerse bien hidratado. Beber agua resulta saludable practiquemos deporte o no. Pero si vas a sudar más de la cuenta, y sobre todo si hace mucho calor, necesitas reponer líquidos con más frecuencia para evitar encontrarte mal.