Se acercaba el puente de Halloween y un grupo de amigos quería organizar algo especial. Pensaron en alquilar una casita que había en un bosque que unos desconocidos les habían recomendado y de la que existe una leyenda que dice que está habitada por el espíritu de sus antiguos dueños, que fallecieron en extrañas circunstancias. Dadas las fechas, esta historia les pareció perfecta para dar ambiente.

El grupo de amigos preparó sus cosas; cogieron sus disfraces y todo lo necesario para que fuera un fin de semana genial. Al día siguiente, a primera hora de la mañana, saldrían de viaje para aprovechar el tiempo al máximo.

Pasaron todo el viaje bromeando con historias de terror, como la niña de la curva y cosas de ese tipo.

Cuando llegaron al bosque, todo parecía como de cuento; el paisaje otoñal y la casa preciosos. Era una casa de madera muy bonita, pero vieron en ella algo que les inquietó, el silencio que había allí era bestial, daba casi miedo. Solo se interrumpía con los pequeños crujidos que de vez en cuando provocaba la madera. Pasaron un día estupendo. Llegó la noche y todos se fueron a dormir.

De repente unos ruidos muy extraños se escucharon en la planta de arriba; subieron aterrorizados a ver qué era, pero había una puerta cerrada con llave y no se podía acceder.

Empezaron a asustarse al recordar la leyenda, pensando si serían espíritus que realmente habitaban la casa tal y como contaba la leyenda.

Pasaron una noche tan mala y tanto miedo que al día siguiente decidieron volver a sus casas. Prefirieron no volver a hablar del tema porque les resultaba terrorífico. En esa misma semana leyeron en el periódico que un hombre que llevaba tiempo desaparecido estaba viviendo en una casa en medio del bosque, y ahí había conseguido refugiarse todo el tiempo sin que nadie lo hubiera sabido.

Los amigos lo comentaron e intentaron tranquilizarse, pero algo les decía que los ruidos que ellos habían oído no eran normales, los que pudiera provocar el hombre. Todo parecía algo más sobrenatural. Siempre tendrán la duda, pero no quieren volver a la casa a resolverlo; igual pasados unos años se atrevan.