Cine, series, televisión, pero también fotos en redes sociales, stories en Instagram, videos en Youtube... Hoy más que nunca vivimos en un sociedad donde las imágenes tienen un gran protagonismo en nuestras vidas y en nuestra forma de ver y entender el mundo. "Más del 80% de las experiencias que están recibiendo ya las nuevas generaciones procede del mundo audiovisual. Eso hace básico comprender este lenguaje, no solo porque has nacido y vives rodeado de él, sino porque de un modo reglado te lo han enseñado, al igual que te enseñan a hablar tu propio idioma".

Estas palabras del profesor Ángel Gonzalvo sirven para ilustrar la importancia que tiene actualmente el programa Un día de cine, impulsado por el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón desde hace 19 años. Esta iniciativa nació en el IES Pirámide de Huesca en 1999, y hoy se celebra en 35 sedes repartidas por todo Aragón. Usando la gran pantalla como pizarra, el programa desarrolla la alfabetización audiovisual de los estudiantes de Primaria, Secundaria, Bachillerato y Ciclos Formativos, para enseñarles a disfrutar del cine como parte de la cultura, como acto social y de un modo informado.

Aunque la misión general del programa Un día de cine es que los escolares «se lo pasen bien y se diviertan disfrutando de una obra cultural y artística que es una película», el coordinador del programa explica que este tiene una doble vertiente: por un lado, la alfabetización audiovisual de los estudiantes, acercando el lenguaje audiovisual a las aulas (por ejemplo, qué tipos de planos o músicas hay o en qué consisten técnicas como el stop motion); y por otro, su crecimiento personal, que se conviertan en ciudadanos más reflexivos y críticos. «Puesto que estamos en clase y la asignatura es cine, vamos a formarnos como personas. El cine transmite una serie de valores y contravalores, y nosotros les enseñamos esa lectura de imágenes para que vean qué les están contando esas películas», expone Gonzalvo.

En el cine, como en la vida, es importante mirar más allá. En este sentido, el programa utiliza el modelo clásico de cine fórum con trabajo previo y posterior a la proyección a través de una guía didáctica y montajes de vídeo para analizar cada película. Se trabajan todo tipo de géneros y épocas, desde el cine mudo de Chaplin o Segundo de Chomón, a películas más actuales, españolas y europeas, pero también de países como Brasil o Arabia Saudí. Los filmes se proyectan en versión original subtitulada, ya que otra de las misiones del programa es trabajar la competencia lingüística de los alumnos que estudian inglés y francés.

De esta forma, el programa muestra a los estudiantes que el cine es un arte que va mucho más allá de la industria estadounidense. «El cine hollywoodiense es el que menos trabajamos porque es el más conocido. La idea es que vean que hay otras películas además de las que habitualmente ven, y que elijan lo que quieran pero que sepan que existen», subraya Gonzalvo, que explica que al finalizar cada proyección, se pide a los alumnos que clasifiquen la película que han visto. La opción más elegida es 'diferente a lo que suelo ver pero me ha gustado'.

El cine español tiene un peso importante en la cartelera del programa, ya que otra de las intenciones es desmontar el ‘no me gusta el cine español’. «Es injusto decir que no te gusta el cine español cuando has visto una película o ninguna en los dos últimos años, y en nuestro país se hacen al año 155 largometrajes», dice el coordinador, para quien «el cine es un reflejo de la cultura y de la manera de pensar, pues vamos a ver cómo pensamos y nos reflejamos los españoles en el cine».

A punto de cumplir 20 años, Un Día de Cine no ha dejado de evolucionar, aunque según Gonzalvo hay cosas que permanecen y que pueden incluso llegar a sorprender. «Hay que diferenciar el acto social de ir al cine con ver películas. Obviamente, todo el mundo ha visto películas, pero para muchos su primera vez en el cine es cuando vienen al programa, porque Aragón es mundo rural y no todo el mundo tiene la oportunidad de ir a una sala habitualmente. Por tanto, una cosa que se ha mantenido es que todavía muchos jóvenes descubren el cine como acto social, ver una película con otra gente a la que ni siquiera conoces, gracias al programa», detalla. En cuanto a lo que ha cambiado, Gonzalvo destaca que cada vez hay que explicar menos la gramática cinematográfica. «Los estudiantes conocen los tipos de plano y músicas que hay porque ya lo han visto en clase o por ósmosis. Lo que sí que tengo que trabajar es para qué sirven todos esos planos y músicas, cuál es su significado. Ese análisis hay que seguir haciéndolo, pero es mucho más fácil porque ya conocen las herramientas, solo hay que enseñarles a utilizarse de la manera adecuada».

El cine en la era de Internet

Las redes sociales, los teléfonos inteligentes o el auge de las series de televisión hacen que el mundo audiovisual y la imagen tengan hoy mucha más importancia que la lectura o escritura de textos. Todos estos cambios e innovaciones exigen tener unos mínimos conocimientos sobre el lenguaje audiovisual y, en este sentido, el cine tiene mucho que decir al respecto.

Tal y como explica Gonzalvo, «la gran mayoría de la producción audiovisual actual se sigue haciendo con el ‘abc’ del cine de 1930, cuando ya fue sonoro. No hay nada nuevo, lo que ha habido son avances técnicos, pero el lenguaje sigue siendo el mismo, y se sigue haciendo igual, pensando para la gran pantalla, que no es la del home cinema de tu casa sino la de las salas».

¿Y qué tiene el cine que lo hace tan mágico? Por un lado, «la atención, el estar frente a una pantalla en silencio, porque el cine también es educativo y tienes que aprender a verlo con más gente, de manera que estás más concentrado y vives más la historia que si estuvieras en tu casa», dice Gonzalvo. Además, el cine es una experiencia comunitaria. «La gran mayoría o muchas de las opciones de diversión que nos dan hoy en día tienden a separarnos, a que por separado nos divirtamos y en nuestra casa lo consumamos casi todo. En este sentido, el acto social de ir al cine y poder hablar con otras personas de la película, sean conocidas o no, es muy interesante», afirma el profesor.

A lo largo de sus 19 ediciones, el programa Un Día de Cine ha logrado acercar el cine a las aulas e inculcar el gusto por el séptimo arte a varias generaciones de estudiantes. No obstante, su coordinador incide en que el objetivo del programa no es crear cineastas, «para eso están las universidades y centros de formación profesional que lo hacen estupendamente bien». Lo que busca el programa Un Día de Cine es dejar un poso: «Crear espectadores y espectadoras, público activo que sepa que existe el cine, qué es y que dentro de su tiempo de ocio lo tenga como una alternativa, ya que no puedes echar de menos algo que no conoces».