La frase inscrita en el oráculo de Delfos se ha ganado el más alto prestigio filosófico, puesto que encierra en pocas palabras un profundo significado. ¿Realmente me conozco? ¿Te conoces? Nadie se conoce a uno mismo, ya que nunca sabes cómo puedes reaccionar ante una situación.

Claro que sé que mi sudadera favorita es la ancha morada, que soy fanática de la poesía, que disfruto de los domingos en familia, pero mucho más de los sábados noche, que me gusta escribir para desahogarme, que he estado enamorada, que odio los números y todo lo relacionado con ellos, que aprendí a montar en bici con once años (lo sé, un poco tarde), que mi futuro lo quiero destinar a ayudar a gente sin recursos, que tengo una especial obsesión con probar tés de todos los sabores posibles, que estoy deseando que llegue cualquier puente, las vacaciones de Navidad y/o mi querido y añorado verano para irme a mi pueblo.

También sé que en ocasiones soy algo cínica, difícil de soportar y cabezota, que mi bisabuela es mi segunda madre, que mi hermana y mi madre son mis pilares fundamentales, que no podría vivir sin móvil, que lucho por mis derechos, que nunca me conformo con nada, que tuve mi mala época, que tengo muy buenos amigos, que me gusta el café pero con mucha leche y dos hielos, que soy muy llorona...y así podría decir un millón de cosas sobre mí, pero más allá, no me conozco.

Jamás sabré cómo reaccionar ante una situación de peligro, enfermedad, pérdida o duelo, y eso me asusta enormemente.