Zaragoza. 12 de enero del 2003. Nacen dos niños: Adara y Pablo. Sus madres son muy amigas desde pequeñas y ellos crecen juntos... Estos 16 años transcurridos desde entonces han estado mucho juntos, pero últimamente están teniendo muchas dificultades. Adara descubre su amor por el deporte y los cómics, Pablo descubre su amor por el ballet, que según los chicos de su clase es para niñas, pero a él le apasiona y se le da muy bien, por lo que no se deja influir por lo que dicen.

Ring, ring, ring... Suenan las campanas del colegio; se acaban las clases y Adara y Pablo salen juntos, como siempre. Están saliendo y de repente, al acercarse a la salida, se dan cuenta de que un niño les está esperando fuera. Es Aarón, el típico gallito de la clase que no hace más que meterse con los demás, aunque en su interior hay un niño amable, y lo que pasa es que tiene miedo de que se metan con él; al fin y al cabo, todos tenemos algún defecto y él considera que metiéndose con los demás la gente no se atreverá con él.

-Por ahí viene la parejita ¡ja, ja, ja! Vete a bailar ballet con las niñas pijas -dice Aarón, y choca a su pandilla de amigos.

-Y tú vete a ver si aprendes a no meterte con la gente porque puedes hacer daño, ¿sabes? -responde Adara y le dice a Pablo- Vámonos, con este niño no merece la pena discutir.

Cada uno se va a su casa. Ellos están afectados por dentro por lo que dice Aarón aunque no lo quieren admitir.

Al día siguiente hablan para decírselo al profesor, pero tienen miedo de que empeoren las cosas y se meta más con ellos. Resulta que por no decirle nada, al día siguiente cambian de grupos; el profesor no se ha dado cuenta de que Aarón se metía con Adara y Pablo, y les pone en el grupo con él pensando que se llevaban bien y eran amigos. Aarón pone una cara desafiante, y Adara y Pablo se miran con cara de preocupación. A ellos no les importa nada de lo que decía Aarón, pero les resulta molesto que esté toda la clase moletando.

-No pasa nada -dice Adara-diga lo que diga hay que seguir con lo que nos gusta porque por culpa de un niño no se puede dejar de hacer lo que te gusta ¿o no es así?

Un día un profesor falta a clase y en su lugar acude un sustituto. Es un profesor muy majo y se da cuenta de que Aarón no para de meterse con Adara y Pablo. La verdad es que es el primer profesor que se da cuenta... Al final de la clase el profesor le pide a Adara y Pablo que se queden un momento para hablar con él.

-Bueno chicos, contadme qué pasa, y no me podéis decir que nada porque me he dado cuenta de que pasaba algo entre Aarón y vosotros dos.

Adara piensa: «Pues igual es el destino, será la hora de decir lo que nos pasa y así esto pasará ya».

-Estos días han sido insoportables, ya que Aarón no ha dejado de meterse con nosotros, y nosotros lo hemos tragado por miedo, pero ya estamos hartos. Esto tiene que acabar -le dice al profesor. Y el profesor contesta:

-Hablaré con él, pero te vas a encontrar con mucha gente así en tu vida, entonces más vale que pases de él aunque yo le diga algo-. El profesor se queda pensando qué le va a decir a ese niño, está harto de que Aarón se meta con la gente.

Después del recreo el profesor llama a Aarón: -Ven aquí un momento-. Pero Aarón pasa de todo y se va al recreo a jugar a fútbol. Al llegar al campo, él ve a Asara y la echa porque dice que las chicas no pueden entrar en su campo de fútbol, como si fuera suyo. Adara piensa en lo que le dijo su profesor, pasa de él y se va...

Ese mismo día, Aarón tiene un sueño; un extraño sueño que le llena de preocupación. Consiste en que él estaba en clase metiéndose con todo el mundo, y apareció un alumno nuevo y el profesor lo puso a su lado. Ese alumnos era aún más duro que Aarón, pero tenía algo distinto: no quería que la gente se metiera con otra, y cuando vió la actitud de Aarón empezó a estar preocupado y le dijo: «Ahí va, eso es lo que estoy haciendo yo a la gente, se sienten ofendidos por mi culpa. No quiero que pase lo mismo en la vida real».

Pero claro, Aarón tenía un problema: su orgullo. No sabía pedir perdón y le daba miedo que se rieran de él. Aún así, el día siguiente estaba en clase preocupado por lo que le había hecho a Adara, y a la vez con ganas de decirle «lo siento». No dejaba de pensar en el sueño del día anterior, y tan preocupado estaba que al final en medio de clase soltó:

-Adara, Pablo, lo siento; siento mucho todo lo que he dicho y os he hecho. Me arrepiento y espero que logréis perdonarme, aunque entiendo que no sea así, ya que me he pasado demasiado.- Adara y Pablo por una parte estaban muy enfadados pero por otra querían perdonarle ya que todo el mundo se merece una segunda oportunidad, ¿no?

La conclusión de este cuento es que no importa lo que te digan los demás, tú tienes que hacer lo que te gusta y por otro lado si tú eres Aarón no puedes meterte con la gente porque puedes hacerles daño y acabar mal.