Los estereotipos de género nos rodean desde que nacemos. Ahora que se acerca la Navidad es habitual ver por televisión anuncios de juguetes en los que se muestra a las niñas como princesas y a los niños como superhéroes. A medida que vamos creciendo, sucede lo mismo con las profesiones o el reparto de tareas en el hogar.

Las prendas o complementos de ropa tampoco se libran de esta diferencia de roles que la sociedad asigna a hombre y mujeres. Si pensamos en faldas, tacones, medias o diademas, enseguida nos viene a la cabeza el género femenino. Pero, ¿son las faldas cosa de chicas? ¿No son una prenda de ropa más como un pantalón o una camiseta? ¿La ropa tiene género?

Hoy en día la sociedad acepta que una chica se pinte las uñas o se ponga falda, pero no entiende que un chico haga lo mismo. Eso es precisamente lo que le ocurrió a un joven de Bilbao, Mikel, cuando el pasado 27 de octubre decidió ir al instituto con esta prenda de ropa y su profesor acabó enviándolo al psicólogo del centro.

Mikel se puso falda «porque sí, porque me apetecía», según explica en su cuenta de Tik Tok. Algunas compañeras de clase también vistieron esta prenda para darle su apoyo, pero «solo a mi me dijeron que me quitara la falda, no a las tías», continúa el joven. Una vez en el psicólogo, este le preguntó si se sentía una chica. A lo que Mikel responde: «No me pongo en ningún género pero si tengo que definirme, soy hombre».

Homofobia y sexismo

La denuncia de Mikel en la popular red social se hizo viral y llegó a multitud de jóvenes, que pusieron en marcha una iniciativa para que, el 4 de noviembre, chicos y chicas acudieran al instituto con falda. En Aragón, estudiantes de varios centros educativos se han sumado a este movimiento viral contra los roles de género, la homofobia y el sexismo que pueden derivar en acoso escolar con motivo de la celebración del Día Contra la Violencia de Género, el pasado 25 de noviembre.

A los estudiantes de primer curso del Ciclo de Grado Superior de Integración Social de Océano Atlántico en Zaragoza se les ocurrió juntar ambas cosas. «Tras debatir la noticia de Mikel en clase y pensar en una propuesta, hicieron un vídeo para animar al resto de sus compañeros, docentes y personal del centro a llevar esta prenda de ropa a clase para esta fecha», cuenta su tutora, Belén Arbués.

Al final, «se animó mucha más gente de la que esperábamos». El objetivo de la protesta era «reivindicar que la ropa no tiene género y que da igual como vayas vestido o vestida», señala la docente, además de que «la ropa tampoco es provocativa», ya que «en muchos casos de violencia y abuso contra la mujer se hace referencia a la ropa que llevan las víctimas».

Educar en igualdad

Chicos y chicas acudieron a clase con falda y también decoraron el centro con mensajes contra la violencia de género y a favor de la igualdad entre sexos, ya que «la educación en igualdad es la base para prevenir cualquier violencia contra la mujer», sostiene Arbués.

En Huesca, estudiantes de los institutos Montes Negros y Ramón y Cajal también se sumaron a la iniciativa que tiene a las faldas como arma de reivindicación. Sandra Arribas, docente y coordinadora de Igualdad del IES Ramón y Cajal de la capital altoaragonesa cuenta que la idea también partió del propio alumnado, en este caso de 2º de la ESO. «Surgió en una tutoría y les pareció bien hacer esta propuesta, que nos trasladaron, y le dimos difusión a todo el centro».

Los estudiantes del Ramón y Cajal se sumaron el día 25 de noviembre a la marea negra contra la violencia de género, vistiendo prendas de ropa de este color y leyendo un manifiesto, y el viernes 27 de noviembre se invitó a todo el alumnado y profesorado a ir a clase con falda.

El mensaje que querían transmitir es que «no se puede discriminar a ninguna persona por su manera de vestir. La ropa que vistes no puede ser motivo de burla ni de falta de respeto ni agresiones», asegura Arribas, que no comparte que un alumno acabe en el psicólogo por eso.

La iniciativa tuvo muy buena acogida, sobre todo entre los estudiantes de los primeros cursos de Secundaria, que reivindicaron lo que consideran justo. «Estamos viendo que la juventud de hoy en día tiene otras maneras de vivir y de expresarse, tanto en su forma de vestir como en su forma de ser. Lo raro para ellos es no aceptar a una persona porque es diferente», concluye la docente.