Osos que saltan de un banco a otro, elefantes que se sientan y saludan al público o leones convertidos en dóciles mascotas. Los circos con animales son un espectáculo cada vez menos comprendido en la sociedad. La sensibilidad con el bienestar animal va en aumento y, en los últimos años, muchas ciudades españolas han prohibido este tipo de espectáculos.

El debate a favor o en contra de los circos de animales enfrenta a dos posturas irreconciliables. Los animalistas argumentan que tras un número de circo hay muchas horas de castigos y malos tratos y que se trata de un espectáculo que expone y denigra a animales que son privados de libertad. Pero quienes viven de ello dicen ser amantes de los animales y que estos se encuentran en perfectas condiciones, y gracias al circo, los niños pueden ver de cerca cómo es un cocodrilo, un león o un elefante.

Eduardo Belltall, director del Circo Zoorprendente -que ha desembarcado en el aparcamiento de Plaza Imperial durante las Fiestas del Pilar generando una gran polémica-, insiste en que en su espectáculo no se maltrata a los animales y que usan técnicas de adiestramiento basadas en premios que tienen en cuenta cómo se mueven y se comportan: «No hacen nada que no hagan en su entorno natural».

Además, los circos tienen contratados veterinarios y cada vez que llegan a una ciudad el Seprona de la Guardia Civil revisa cómo se encuentran los animales. «Tenemos que pasar controles e inspecciones muy estrictas», asegura Belltall.

Para los animalistas estos argumentos son una mentira, ya que obligar a un animal a hacer algo antinatural y privarlo de libertad es maltrato. «Un oso no nace sabiendo hacer el pino», resume Nuria García, representante de Amnistía Animal de Zaragoza. «No es fácil doblegar a un animal salvaje, y estos animales aprenden a base de castigos».

La portavoz de esta asociación explica que los animales de circo viven encarcelados toda la vida, solo abandonan su jaula para actuar y su esperanza de vida se ve reducida. «Son animales que están doblegados y resignados a la exclavitud», sostiene.

Además, cita una amplia lista de afecciones propias de los animales de circo, como la repetición de pautas antinaturales (dar vueltas en círculo, lamer los barrotes, balanceos, etc.), la apatía, la agresividad o la automutilación.

Asimismo, añade que «son animales que en la naturaleza viven en manada y, en muchos casos, algunos de ellos jamás han visto a otro ejemplar de su especie».

Los dueños de los circos lo niegan. «Nuestros animales han nacido en cautividad desde hace siete u ocho generaciones. Son animales exóticos pero domésticos», explica Belltall, que lo compara con tener un perro en un piso o un canario en una jaula.

«Algunos de nuestros tigres de bengala tienen una edad que duplica su esperanza media de vida. Si hubiera maltrato, no vivirían tanto», se defiende.

Tendencia a la prohibición

La presencia de un circo con animales durante las pasadas fiestas ha causado polémica en Zaragoza, una ciudad que llevaba cuatro años sin albergar este tipo de espectáculos.

En Aragón, la Ley de Protección Animal aprobada a principios de este año prohíbe los espectáculos con animales silvestres pero no con animales domésticos, que es como están catalogados los 50 ejemplares de 15 especies diferentes de Zoorprendente.

En este matiz se ha amparado la empresa que gestiona el espectáculo para reclamar en los tribunales. La ordenanza de Zaragoza es más estricta y prohíbe toda clase de espectáculos con animales pero la norma autonómica tiene un rango superior. La Justicia ha dado finalmente la razón al circo.

«La ley autonómica es ambigua al diferenciar entre animales silvestres y animales domésticos», explica Nuria García, que cree que debería endurecerse para que no se puedan celebrar este tipo de espectáculos en la comunidad.

«Entendemos que el circo es una forma de vida para muchas familias pero también lo era la esclavitud. Los buenos circos no necesitan esclavos, necesitan artistas», esgrime la representante de Amnistía Animal.

Belltall asegura que en los circos más importantes de Europa hay animales y que en todos los países de la Unión Europea se siguen celebrando estos espectáculos.

«El propio Parlamento Europeo reconoce el circo clásico con animales como parte de la cultura europea y los tratados internacionales y europeos no prohíben su uso», subraya.

Por su parte los animalistas recuerdan que son muchos los países europeos que han prohibido o establecido restricciones al circo con animales «porque la mentalidades está cambiando», dice García. «Las sociedad avanzan éticamente y hay tradiciones que quedan obsoletas. No es aceptable que nos divirtamos con el sufrimiento de los demás», concluye.