El alumnado de 4º de ESO del Colegio Santo Domingo de Silos, acompañados de sus profesores de Historia, visitaron en los últimos días de abril el pueblo viejo de Belchite, unas ruinas que les han hecho reflexionar sobre la historia de nuestra pasada Guerra Civil para no cometer la misma barbaridad, y que son también una llamada a la lucha por la paz y la solidaridad.

Los estudiantes, atentos a las explicaciones históricas de la guía Pilar, fueron recorriendo las ruinas del pueblo y deteniéndose en los lugares más emblemáticos. Los chavales quedaron bastante impresionados al recorrer los sitios donde hace años se levantaba un majestuoso pueblo, con varias iglesias, conventos, palacios, casas y establecimientos de todos los estilos, hoy convertidos en la estampa del dolor, la tristeza, la injusticia y el egoísmo; en definitiva, de la guerra.

En Belchite se produjo una batalla desmedida entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937, en el marco de la ofensiva del ejército republicano sobre Zaragoza. Seis meses después, las tropas franquistas volverían a tomar Belchite de modo definitivo. Se estima que en esta contienda se alcanzó la cifra de 6.000 muertos.

Terminada la guerra, el régimen de Franco decidió no reconstruir el pueblo sino crear uno nuevo al lado, hoy conocido como Belchite nuevo, utilizando prisioneros republicanos como mano de obra. Las ruinas del anterior se dejaron como recuerdo de la Guerra Civil.

El trazado de las calles del pueblo y gran parte de sus edificios constituyeron ejemplos muy importantes de la arquitectura civil mudéjar, hoy reducidos al recuerdo. Los estudiantes pasearon por sus calles imaginando la belleza narrada por la guía de turismo, pero inmersos en una realidad desoladora.

Este año coincidió que el corresponsal de guerra Gervasio Sánchez tenía expuestas unas estupendas fotografías insertadas en las mismas ruinas de Belchite, correspondientes al sangrante conflicto armado en la antigua Yugoslavia. Los rostros recuerdan a los de cualquier vecino que nos pueda rodear: la señora que llora en una calle destruida, el hombre que se arrodilla junto a un joven que muere desangrado, los chavales que juegan al baloncesto rodeados de marcas de metralla, la mujer que limpia los cristales en un edificio dañado por las bombas, etc. Las imágenes se funden entre las ruinas que dejó otro conflicto décadas atrás. Se trata de una exposición única que no puede repetirse en otro lugar. Un diálogo entre dos espacios destrozados por la guerra.

Después de almorzar, los alumnos visitaron el pueblo nuevo, y posteriormente subieron al cerro del Lobo para visitar las trincheras, donde pudieron meterse dentro de ellas y comprobar la dificultad de la vida dentro de las mismas. La última visita fue al campo llamado de Rusia, el poblado de «refugiados» republicanos, que después de la guerra tuvieron que trabajar construyendo el pueblo nuevo de Belchite, pero al que no tuvieron acceso. Todos los estudiantes se llevaron una idea importante: la guerra todo lo destruye, la paz todo lo construye.