-¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la poesía?

-Desde la infancia he sido lectora empedernida de poesía. Empecé a leer libros de poesía y me maravillaron, libros para niños pero también para adultos que había en mi casa y que seguramente no comprendía del todo, pero sentía una atracción especial por ese lenguaje que a mí me parecía tan diferente del cotidiano y que me dejaba deslumbrada. Estuve escribiendo toda la adolescencia y juventud pero nunca pensé en publicar, no hay en mi familia ningún escritor, no es algo a lo que yo estuviera acostumbrada o familiarizada. Como pasa siempre en la vida, son los demás, las personas con las que te vas cruzando, las que te van animando y te van dando pautas. Hace ya bastantes años estuve trabajando en Murcia y allí empecé a frecuentar un círculo de poetas, profesores, filósofos, etc. que me lo plantearon. Mandé un libro al Premio Adonáis, que es uno de los galardones míticos para poetas menores de 35 en España, y me dieron un accésit, me publicaron y ahí empezó todo.

-¿De dónde le venía esa pasión por la lectura y la escritura? ¿Quién le influyó?

-En mi casa, mis padres que eran maestros son muy aficionados a la poesía. Mi abuelo, que era una persona con la que yo tenía una relación muy especial, había sido apuntador para teatro de joven y se sabía de memoria largos retazos de teatro clásico del Siglo de Oro español, que es teatro pero también es poesía. Esa forma de articular las palabras, ese ritmo interno, me dejaba sin respiración. Había algo en la poesía que desde niña, de manera intuitiva, me atraía sobremanera, me parecía algo completamente distinto que lo que se hacía con el lenguaje en cualquier otra instancia.

-¿Recuerda cómo eran sus primeros poemas?, ¿sobre qué temas escribía?

-Mi madre tiene guardados algunos, porque me gustaba mucho dibujar. La afición por la pintura y la afición por la poesía van de la mano en mucha gente y tenemos como ejemplo a grandes de nuestra literatura como Lorca o Alberti, que tenían ambas facetas muy desarrolladas. Yo dibujaba y escribía a la vez y por la noche les daba a mis familiares un poema de regalo con dibujos. Los dibujos son de árboles, damas, gatos… Y los poemas hablan del cariño a mamá, a papá, de cosas fantásticas, de castillos, de caballeros, porque también me gustaba mucho leer cuentos. Me gusta mucho verlos porque no deja de ser el germen de toda una vida dedicada a esta pasión.

-¿Cómo ha sido su evolución como poeta? ¿Se ha formado de alguna manera?

-Como poeta soy autodidacta aunque es verdad que soy filóloga, los estudios literarios o lingüísticos no me son ajenos. Soy también doctora en Didáctica de la Lengua y la Literatura, de manera que he hecho tanto el máster como el doctorado volcados en temas literarios. Pero el hecho creativo, enfrentarte a la hoja en blanco y escribir, en mi caso, es autodidacta. Yo creo que, en realidad, como de verdad se aprende a escribir es leyendo; no se puede escribir sin leer. Es la lectura de poesía lo que acaba haciendo surgir al poeta, de haberlo.

-Hoy en día, ¿se dedica únicamente a la poesía o también escribe otras cosas?

-Este año he publicado en Edelvives un álbum ilustrado para niños de 5 a 8 años que se llama Himbu, el pequeño pintor que ha sido mi primera incursión en el mundo de la literatura infantil. A parte soy profesora de universidad y las asignaturas que doy están muy ligadas con la lengua y la literatura, así que aunque sean cosas distintas, todo está en el mismo campo de estudio, de cultivo de las palabras.

-¿Cómo definiría su estilo? ¿Qué temas le preocupan como poeta hoy en día?

-Mi último libro Matria, que salió hace un año, focaliza mis preocupaciones más recientes. Todo lo relacionado con el paso del tiempo, que tiene mil vertientes, todo lo que nos provoca la existencia de la muerte, la existencia de la juventud, de las diferentes etapas vitales… todo eso es uno de los grandes temas poéticos para mí y para cualquier persona, porque es un tema universal y nos compete a todos, igual que los temas mas épicos como son el amor, la compasión, el análisis del bien y del mal como fuerzas que existen en el mundo y que uno nunca alcanza a comprender. También me interesa mucho la relación de los seres humanos con la naturaleza, que es algo que en este último libro está muy presente, y los poemas de temas sociales, más comprometidos con la realidad que vivimos, porque al fin y al cabo la poesía también es un arma de resistencia y siempre está denunciando las injusticias y cantándole a la belleza, al asombro que nos causa este mundo, que a pesar de ser perplejo y complejo, es maravilloso.

-¿Cuáles son las claves para escribir un buen poema?

-Esa es la pregunta millón. No existen recetas para escribir un buen poema igual que no existen recetas para hacer una buena película, cuando las vemos las reconocemos. Pero hay algo bastante general que todo buen poema debería tener. La poesía se asienta en varias patas o cimientos diferentes. Por un lado está el ritmo, que en narrativa también es muy importante, pero en la poesía es fundamental y no puede estar ausente ni siquiera en un verso. Ese ritmo, que no necesariamente tiene que ser rima, es esa musicalidad interna que vertebra la respiración del poema. Por otro lado está el pensamiento. La poesía está hermanada, además de con la música, con la filosofía, y normalmente un buen poema suele ser un poema hondo, que nos dice con palabras muy sencillas pensamientos de gran calado. La poesía necesita también una dosis importante de irracionalidad, de llamamiento al inconsciente, a todo eso que no sabemos explicar pero intuimos que son grandes verdades no solamente del lenguaje humano sino también de la vida. Aunque parezcan elementos contrapuestos, la mayor parte de los grandes poemas buenos, que admiramos, que se han escrito, contienen un poco de esos ingredientes en las dosis exactas.

-¿Qué consejos les daría a los jóvenes que empiezan a escribir poesía?

-La verdad es que me congratulo de este resurgir de la poesía, que la poesía sea algo que interese y llame la atención, y a la cual los jóvenes se acerquen. Como consejos, realmente en poesía se pueden dar muy pocos: conocer el lenguaje e interesarse por conocer. Esa es la materia prima con la que se hacen los poemas, que además de tener música, ritmo y todo esto que hemos dicho, han de ser un trabajo lingüístico de calidad. Esto a su vez lleva al único consejo que se puede dar que es leer y leer mucho. Si uno quiere escribir y quiere hacerlo con una validez y con un cierto logro, tiene que leer, leer y no dejar de leer nunca.

-¿El poeta nace o se hace?

-Esa es otra de las grandes preguntas. A mí me da la sensación de que un poeta sin oficio, sin técnica y sin práctica, puede ser poeta, pero solo con eso no basta. Creo que también hay algo, una mirada, una sensibilidad que no sé si puede educarse o igual se educa en la infancia y no sabemos cómo. Es muy difícil saber en ese sentido qué es innato y depende del talento, y qué depende de la práctica. Lo que te puedo decir es que los grandes poetas tenían todos ambas cosas.