Acecha con cuidado, gritando sus intenciones, observa calmado el ritmo de sus pulsaciones, se queda mirando para adentrarse en sus interiores… El amor, aquel que cierra a dos personas con el mismo candado y les impide querer buscar la llave, dejarlos en esa cárcel tan libre a la que llaman «estar enamorado», el rayo de luz que se adentra en la cueva, el viaje, el escenario, la obra, con sus buenos y malos momentos, la ceguera, las verdades y las mentiras, pero están enamorados y por ello dejémosles vivir, que se rían, que hagan locuras, tienen todo el tiempo del mundo para hacer mil perrerías en este gran psiquiátrico, en un mundo de locos, donde los más chiflados son aquellos que no siguen el protocolo de la sociedad, que por mucho que los quieran cambiar, no les harán ver la cordura. Que vivan el mañana como lo hicieron ayer, que el ayer lo vivieran para revivirlo el día del mañana, disfrutarán del uno al otro como si de unos niños se tratasen, se chincharán mutuamente para terminar con un beso, disfrutarán del uno al otro, porque están enamorados. Dejémosles, son felices, siendo los tarados del manicomio.