Hola, soy una estufa Hernani forjada en los altos hornos de Vizcaya y ahora vivo en el aula número 3 de la escuela masculina de Remolinos, un pequeño pueblo cercano a Zaragoza. Todos los días al amanecer viene un niño a encenderme, cada vez es uno distinto, pero mi favorito es Javier.

Javier es hijo de un minero y cuando él me enciende me trae un carbón que está buenísimo, no es un buen estudiante, o eso dice el maestro, porque muchas veces no trae los deberes hechos, ya que por la tarde trabaja ayudando a sus padres, y aunque el profesor lo sabe, siempre le pega y lo castiga. Cuando veo que el profesor se porta así de mal con los niños me entran ganas de explotar, porque claro, soy una estufa.

Junto a mi escuela está el colegio femenino, los dos son iguales, los dos tienen tres aulas, una es para los pequeños, otra es para los medianos y otra para los mayores. En la misma clase hay niños de diferentes edades y solo llevan un libro muy gordo en el que están todas las asignaturas: matemáticas, lenguaje, religión (que es obligatoria)…

¡Uy! Casi se me olvida deciros que los chicos y las chicas no pueden verse en el recreo, y no tienen las mismas asignaturas. Los chicos dan formación política y las chicas labores del hogar.

Estoy un poco preocupada por Javier, llevo dos semanas sin verle, creo que ha dejado el colegio, ya tiene 14 años y parece que ha tenido que ir a trabajar. Ojalá esto cambie algún día, que los profesores dejen de pegar a los niños y empiecen a animarles a aprender y que las niñas tengan una educación y unas oportunidades iguales a las de los niños y todos puedan mejorar el mundo.