La despoblación es uno de los grandes problemas que sufre la provincia de Teruel. Los estudios demuestran que una gran parte de su territorio, exactamente el 56,16%, tiene menos cuatro habitantes por kilómetro cuadrado. En determinados lugares se dan índices de menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado, lo que convierte a gran parte de la provincia en un desierto demográfico.

El éxodo rural sigue presente en esta provincia. Eso reduce su tasa de natalidad, que continúa cayendo y, como resultado global, cada vez hay menos habitantes en los pueblos de Teruel y los que quedan están más envejecidos.

Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la provincia pierde una media de 100 habitantes cada mes y sigue cuesta abajo. De julio del 2016 a julio del 2017, se perdieron 1.142 habitantes, y la población ya ha caído por debajo de los 135.000 habitantes.

Incluso Teruel ciudad pierde habitantes, debido en parte a que la crisis económica ha provocado la marcha de muchos inmigrantes. Tanto Teruel, con 33.000 vecinos, como Alcañiz, que ronda los 16.000, son los pueblos más poblados de la provincia y se encuentran en una buena situación si se compara con el resto de municipios.

En opinión de Fortea, una de las soluciones pasa porque la Unión Europea incluya a Teruel como una región receptora de ayudas para proyectos que ayuden a fijar y a atraer población, como ocurre ya en otros puntos de Aragón.

Por otra parte, las políticas para crear empleo deben partir de las necesidades que tiene el territorio, como por ejemplo «el cuidado de los bosques» que, según la plataforma Teruel Existe, se encuentran en estado de abandono, como se demostró hace unas semanas cuando decenas de miles de pinos cayeron al suelo por la nevada en la Sierra de Albarracín.