La ayuda psicológica es fundamental. Al hablar de chicos y chicas de corta edad, que están creciendo y formándose como personas en una etapa clave en su vida, tanto víctimas como agresores necesitan apoyo en casos de acoso escolar. «Las consecuencias psicológicas para las víctimas son múltiples y variadas y van desde una posible depresión hasta pérdida de autoestima, pasando por trastornos del sueño, disminución del rendimiento escolar, fobia social y síntomas físicos como dolores de cabeza o problemas gastrointestinales derivados de la ansiedad que les provoca el acoso. Además, debido al miedo que sufren al acudir al lugar donde suceden las agresiones, evitan a toda costa tener que ir al colegio ya sea fingiendo enfermedades o incluso escapando del centro durante las horas lectivas. Resulta fundamental en esta parte entender que el acoso escolar deja heridas profundas que no siempre se detectan y afloran con el paso del tiempo», subraya Ramírez.

En cuanto a los agresores, también hay que tener especial cuidado porque generalmente también han vivido o viven bajo el maltrato escolar o familiar. «Según fuentes oficiales, el 60% de los agresores afirma tener problemas en casa y haber presenciado disputas o agresiones entre sus padres graves o medio graves. Una forma de ayudar al agresor es conseguir que reconozca el hecho, que asuma la culpa y que repare el daño causado. No podemos olvidar que hablamos de menores de edad y muchas veces su comportamiento no viene marcado porque exista una personalidad ya forjada que le lleva a cometer estos actos sino que son puro reflejo de lo que el mismo está viviendo. No hay que olvidar tampoco que lo que tenemos delante es un menor de edad que cuenta con toda una vida para modificar su comportamiento y establecer relaciones sociales sanas», afirma el experto.

Además, algo muy positivo, aunque pueda parecer que no, es que el número de denuncias es cada vez mayor. Siempre ha existido el acoso escolar y es más grave si no sale a la luz. Esto hace que se ponga en conocimiento de padres, profesores y expertos para que puedan trabajar en ello desde el primer minuto y se eviten consecuencias mayores. Sin embargo, los centros escolares muchas veces no cuentan con los medios necesarios para ayudar de una forma completamente efectiva. «No podemos hacer una buena prevención si el personal de orientación del centro escolar es de uno o máximo dos personas para cientos de escolares ya que el contacto con los alumnos es muy reducido y solo se da en casos de extrema necesidad. Eso no es prevención sino ‘apagar fuegos’», explica Ramírez.