Aragón afronta una semana clave en la organización y planificación definitiva para que, el próximo lunes, todos los alumnos de la comunidad asistan de manera presencial a clase tras cinco meses de alternancia debido al covid. A estas alturas, solo el alumnado de 3º y 4º de la ESO, así como de Bachillerato, de unos 40 institutos continúan con un modelo híbrido, aunque 25 de ellos ya han manifestado a Educación que recuperarían las clases diarias esta misma semana.

La decisión de volver a una presencialidad total no es compartida por todos en la comunidad educativa. De hecho, las opiniones son dispares a escasos días de cumplir el límite establecido por el Gobierno de Aragón del 8 de febrero. Por un lado, desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de Aragón (Fapar) apoyan el regreso y consideran que «es el momento» tras la experiencia del primer trimestre con la segunda ola tras las fiestas del Pilar. «Ahí ya se comprobó que los centros no contribuyen al incremento de la transmisión, sino que siguen un patrón de lo que sucede en la calle. Hemos mantenido la prudencia, pero tras haber pasado ya una ola mientras se estaban dando clases y comprobar que la situación no ha sido negativa, creemos que es el momento de dar un paso al frente», señaló ayer a este diario Nieves Burón, secretaria técnica de Fapar.

Ratios altas y poco personal

Sin embargo, desde la Asociación de Directores y Directoras de Institutos de Educación Secundaria de Aragón (Adiaragon) la presencialidad no se percibe de igual modo. «No nos parece el mejor momento porque estamos en plena cuarta ola, pero el problema también es que en muchos centros no se van a poder mantener las distancias de seguridad establecidas. Habrá presencialidad sí, pero sin las medidas establecidas», señaló la presidenta de Adiaragon y directora del instituto Cinco Villas (Ejea de los Caballeros), Eva Bajén.

Hay centros «con más problemas que otros», pero en la mayoría se alude a falta de espacios, ratios elevadas y poco personal. «No hay aulas para poder guardar las distancias entre ratios tan grandes y esto no se soluciona con dar clases por las tardes», dijo Bajén. «Se dijo que las clases serían de 21 y 22 personas en ESO y de 25 en Bachillerato, y estamos con 27, 28 e incluso 32 estudiantes por aula. No hay recursos para cumplir con lo que piden. Nosotros en mayo ya pedimos subir las ratios y ampliar las plantillas», reseñó Bajén.

En este sentido, fuentes del Departamento de Educación de la DGA indicaron que están estudiando las peticiones de los centros y «si fuera necesario» abordarían la disposición de «espacios alternativos o reforzar el cupo» de plantillas.

Afección académica

Por su parte, desde Fapar defendieron que volver a las clases es «una necesidad» también desde el punto de vista emocional y académico de los alumnos. «La semipresencialidad no ha funcionado y lo venimos diciendo desde hace un tiempo. Nos preocupa saber si académicamente hay un déficit en el alumnado y si hemos perdido resultados. No solo por este curso, sino también por la ausencia de clases del último trimestre del curso pasado», señaló Burón.

Desde la federación de familias son «conscientes» de las dificultades de los centros, pero defienden que las aulas han sido seguras y no han sido un foco de contagios llamativos más allá de lo que, epidemiológicamente, sucedía en la comunidad. «Ha habido esfuerzos compartidos en todos los centros estos meses y lo que queda de curso debe servir para paliar parte de las deficiencias de la situación anterior. El derecho a la salud y el derecho educativo se deben combinar», apuntó Burón.

En un principio, Aragón iba a recuperar la presencialidad total tras la Navidad, pero el estallido de la cuarta ola en la comunidad, unido a los problemas de organización de muchos centros, demoró la fecha. La situación educativa se trastocó en marzo del 2020 y será el próximo lunes, casi un año después, cuando se vuelva al punto de partida.