—¿Cómo empezó tu afición por los scouts y cómo empezaste a entrar en este mundillo?

—Llegué al colegio nuevo y vi que había un grupo scout. Miré a ver qué era para probarlo y me gusto. Entonces me quedé en el grupo. Fui yo solo al principio y después fui animando a más gente para que se apuntara y ahora estamos mucha gente.

—¿Cuántos sois en vuestro grupo de scouts?

—Pues realmente no lo sé porque hay varias unidades. Están los más pequeños, que son los Lobatos; los medianos, que son la Tropa; los que son un poco más mayores, que son los Pioneros y los más mayores son los del Clan, que se llaman claneros. Estamos por secciones en La Salle 509.

—Los scouts se caracterizan por hacer muchas actividades destinadas a fortalecer los lazos de unión entre los compañeros y a aprender, ¿cuáles son las que lleváis a cabo?

—A veces hacemos acampadas y hay tres importantes. La de verano es de quince días, como si fuera un campamento. También hay otra en Navidad y una en Semana Santa. Hay acampadas también en las que nos reunimos todos los scouts de Aragón e incluso otras veces nos juntamos los scouts de España. Aparte hacemos actividades en el colegio y en otros sitios, gymkanas… En definitiva, muchas cosas.

—¿Cuáles son tus preferidas?

—Sobre todo las acampadas, porque estamos muchos scouts y eso me permite conocer a más gente. Solemos levantarnos, desayunar y, por ejemplo, hacemos nuestra propia comida. En el resto del día hacemos juegos, actividades… La mayoría las preparamos nosotros mismos. Dentro de las secciones hay como grupos y cada uno hace sus propias actividades. Uno de los últimos que me tocó preparar fue un juego competitivo.

—El trato personal o el respeto por el compañero son valores que están muy presentes en los scouts, ¿cómo ayudan a crecer como persona?

—En eso, en los valores, me han ayudado mucho la verdad y también algo tan básico como aprender a dar sin pedir nada a cambio, la solidaridad, el altruismo, etcétera.

—Al final sois como una pequeña familia.

—Más o menos, pero la verdad es que no es muy pequeña (risas).

—¿Alguna anécdota que recuerdes con especial cariño?

—Me acuerdo de muchas que me hayan pasado, de cuando era más pequeño especialmente. Estamos acostumbrados en los scouts a hacer supervivencia y haciéndola es como mejor me lo paso porque todo es como muy secreto y hay cosas que no se cuentan. Hay una que recuerdo con mucho cariño y es que vi cómo una araña bastante grande se le estaba subiendo a un compañero y le avisé gritando. No se lo creía y dejé que se le subiera, pero la araña se cayó y no pasó nada. Al poco tiempo volvió a subirse la araña en el mismo compañero y esta vez ya no le avisé por gastarle una broma y llegó hasta su cara. No te imaginas lo que me reí.

—Cuando os toca acampar, ¿a dónde vais?

—Solemos ir por bastantes sitios, aunque al que más vamos es San Asensio, en La Rioja.

—Fuera de Aragón también hacéis actividades y reuniones, incluso con scouts de toda España, ¿cuál fue la última?

—En las españolas solamente he estado en una, que fue en Paterna (Valencia), y estuvimos cuatro días. Hicimos muchos juegos, salidas con otros scouts…

—Como scout que eres también habrás visto cómo son en Estados Unidos porque hay muchas series y películas sobre ello, ¿qué diferencias encuentras?

—Tampoco he visto mucho, la verdad, pero allí llevan muchas chapas y medallas, algo que aquí no he visto. Cuando haces la promesa, cuando cumples algo importante, sí que te puedes colgar chapas, las que quieras, pero en Estados Unidos, más.