Las horas extra que se trabajan y no se cobran son un fenómeno en alza en nuestro país. Pero a esta situación de precariedad se suman otras como la corta duración de los contratos, los sueldos bajos o los empleos indeseados.

Según un estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona, la precariedad laboral no es algo nuevo en nuestro país sino que se viene produciendo desde hace tres décadas. Ahora bien, la juventud actual sufre la precariedad durante mucho más tiempo, concretamente el doble que hace 30 años.

«La precariedad es un aspecto mucho más estructural, que no ha cesado de aumentar de generación en generación independientemente del contexto económico», afirman las investigadoras en su artículo, que resalta que la crisis económica ha agravado la situación.

Estas condiciones afectan sobre todo a jóvenes entre los 30 y 40 años, ya que inciden en cuestiones personales como la capacidad de planificación familiar o de emancipación. También, a nivel colectivo, «suponen una merma para la sostenibilidad del estado del bienestar».

El estudio resalta la precariedad de la mujer en su acceso al empleo en las últimas décadas. «Conforme ellas se iban incorporando al mercado laboral, las tasas de empleo precario iban creciendo, con contratos cada vez de menor calidad», destaca el texto.

Las condiciones de trabajo de los treintañeros no son iguales para todos los perfiles profesionales, ya que son los de formación media los que más la sufren. «Se integran más tarde en el mercado laboral que los que no tienen formación y tampoco tienen la facilidad para promocionarse como los más cualificados». En este aspecto la variable de género también es significativa, ya que los datos muestran que un alto nivel educativo no es garantía para las mujeres de poder esquivar la precariedad.