No sé cómo me sueñas.
Bueno...
Ni si quiera sé si me sueñas.
Ni si quiera sé si cuando escuchas mi nombre
me reconoces.
Ni si quiera sé
si me saludas por cortesía
o porque la melancolía
ha hecho más de un estrago
en tu espalda
y te irías con el primero que te devolviese el saludo.
No tengo ni puta idea sobre ti,
pero te seguiré soñando.