El último día de clase antes de comenzar las Fiestas del Pilar, los estudiantes del Colegio San Vicente de Paúl de Zaragoza realizamos distintas actividades. Pero es una en especial de la que nos gustaría hablaros un poco más. No tanto por lo vistoso o llamativo externamente, sino por la vida que contiene.

Los más peques del colegio, los de Infantil y Primaria, hacen su particular Ofrenda de frutos a la Virgen del Pilar. Es precioso ver a esos pequeños con sus cachirulos y sus caritas alegres, trayendo naranjas, manzanas, piña, patatas, pimientos… lo que cada clase tenía organizado, para ofrecer a la patrona de la ciudad. Frutos, que una vez terminada la ofrenda, los alumnos de 4º ESO fuimos a llevar al comedor social de las Hijas de la Caridad.

La verdad es que de primeras ya nos atrajo el plan: una actividad diferente y salir del centro. Pero más cierto es que nos sorprendió, amplió la mirada y dejó un buen regusto justo antes de comenzar las fiestas del Pilar.

Al llegar al centro de día nos sentimos muy acogidos desde el primer momento y nos explicaron la labor que allí realizan, junto con el comedor social. Ayuda a mirar más allá de uno mismo.

Pero lo que más nos llegó a todos fue el escuchar a una persona que llevaba allí tres años: compartió parte de su dura experiencia de vida, desde la sencillez y agradecimiento, y nos dio unos breves pero rotundos consejos.

Cuando dejamos todos los frutos, él, con la sonrisa y alegría que no dejó de tener en todo el rato, decía: qué pinta tienen esas piñas…

Y yo pensaba cómo esos frutos habían pasado por las manos de unos padres que preparan el fruto con ilusión para ofrecer, por las manos de los peques que los dejaron en la Virgen, por las nuestras que medio con ganas de fiesta fuimos allí y terminaron en ese lugar, en esas manos de ese equipo que ayuda a sacar de realidades duras a tantos anónimos que van por nuestra ciudad. Dar oportunidad a lo que parece que ya no tiene. Qué urgente es que aprendan a mirar.

Salí dando gracias no solo porque comenzaban las vacaciones, sino por lo que tengo, por lo que soy. Gracias a esos frutos reflexioné sobre lo importante que es dar, darse. Abrir los ojos y mirar la realidad más allá de uno mismo.