Ahora mismo estoy en clase de Lengua, reflexiva, ignorando las perífrasis verbales. Miro por la ventana y me concentro en que la vida y el tiempo pasan. Observo el cristal de la ventana empañado, un pájaro volando y parándose en el tejado. El viento moviendo las ramas de los árboles casi sin flores. Mientras que suaves gotas de lluvia caen al suelo y se va mojando lentamente. Coches pasando a lo lejos y el patio del recreo vacío y triste. Todo nublándose a mi alrededor. Los segundos pasan y se convierten en minutos escribiendo en el papel lo que tanto me asusta. El tiempo. Ahora estamos donde estamos, pero más tarde (pueden ser días, años...) ya no seguiremos en ese lugar y ya no se podrá repetir o vivir otra vez la misma experiencia. Como una tiza que cuando ya ha servido de mucho, desaparece, se desgasta. Nosotros somos iguales. Aprovechamos o no el momento, pero el tiempo pasa y te vas desgastando hasta que un día ya no estás en este mundo. Todo lo que conoces ahora mismo puede cambiar y lo que te ha pasado se te olvida, ya no existe, porque no estás presente. El tiempo pasa demasiado rápido como para poder vivir correctamente. Nosotros desaparecemos y otros aparecerán. Así es nuestro tiempo. Vuelvo a las perífrasis verbales y el tiempo sigue pasando.