Hay obstáculos que no sabes si esquivarlos

o tirárselos a la cabeza a quien los haya puesto.

Siempre se ha dicho que los libros te hacen volar,

pero nunca se ha hablado de la hostia que te das cuando dejas de volar.

Hay caminos que se tuercen,

otros que ya estaban torcidos antes de empezarlos,

y otros que te llevan a un precipicio.

Hay señales de peligro, de stop; que la gente se pasa por los cojones,

hay señales de ceder el paso pero no les hacemos ni puto caso

y pensamos: primero yo. (Y también conduciendo.)

Hay poemas que se hacen al ver una cara,

y hay caras que son auténticos poemas.

Hay cosas que duelen,

hay columpios en los parques

y la playa sigue estando ahí

en los días de lluvia.

Me creí loco en un mundo de cuerdos,

y es que renuncié a llevar camisa de fuerza

a la fuerza.

O blanco.

O negro.

Pero nadie recuerda que hace tiempo que la televisión tiene todos los colores.

Hay chicas que están al lado,

y chicas que están a tu lado,

en todos los momentos.

Hay millones de piscinas y un sólo verano al año.

Hay extranjeros con encantos.

Hay gilipollas sueltos, sin correa.

Pero como sólo hay dos lados,

ése es el malo;

también hay uno bueno:

Hay personas que son la hostia.

Así, sin metáfora.