Artículos que abrimos, usamos y tiramos poco rato después. Los plásticos de un solo uso se han convertido en un enorme problema para el medio ambiente. Según la Comisión Europea, más del 80% de la basura hallada en el mar es plástico, donde causa daño a muchas especies marinas y aparece también en el estómago de peces.

Para intentar revertir esta situación, el Parlamento Europeo aprobó en marzo del 2019 un acuerdo para que en este 2021 desaparezcan de las tiendas, supermercados y establecimientos de los estados miembro algunos artículos de plástico de un solo uso, como bastoncillos, pajitas, vasos, platos y cubiertos.

España trabaja en una nueva ley de residuos para adaptarse a la normativa europea. El texto verá la luz este año y sus objetivos son incluso más ambiciosos: plantea prohibir el uso de micro plásticos en detergentes y cosméticos, y otras medidas como que los tapones vayan unidos a las botellas para mejorar el tratamiento de los residuos.

El plástico lo impregna todo en nuestra vida, pero la idea de erradicarlo por completo para evitar que siga llegando al mar es inviable porque en muchos productos este material es insustituible y ciertas cosas no podrían existir sin el plástico.

Un material indispensable en muchos sectores

Según Ana Lapeña, técnica de Cultura de Sostenibilidad de Ecodes, este producto derivado del petróleo y del gas «tiene muchos usos que han revolucionado nuestra vida y son muy positivos». Se trata de un material muy resistente y ligero con muchas ventajas respecto a otros, lo que ha favorecido su rápida expansión en los últimos 50 años.

La lista de artículos que contienen plástico total o parcialmente es interminable, por no hablar de las mascarillas sanitarias que utilizamos para el covid cuyo uso se ha vuelto imprescindible durante la pandemia. «Tiene múltiples aplicaciones en campos como la medicina, la energía o el transporte, y es también un gran aislante en la construcción», detalla la experta.

El problema es que su uso «se ha desmadrado» mucho. «Desde su aparición se han producido 9.200 millones de toneladas de plásticos, casi la mitad de ellas en los últimos 20 años, y una gran cantidad de plásticos acaba en mares y océanos por una mala gestión de los residuos», afirma Lapeña, coordinadora por Ecodes del informe Contaminación por plásticos: un grave problema medioambiental del siglo XXI del Observatorio de Salud y Medio Ambiente de DKV Seguros.

Comerse una tarjeta de crédito

Comerse una tarjeta de créditoNuestro estilo de vida hace imprescindible el uso del plástico pero los expertos advierten que es necesario reducir su consumo en lo posible, sobre todo en el material de un solo uso, y utilizarlo de forma más eficiente.

«El problema actualmente es que el 40% del plástico mundial que se produce se convierte en residuo en menos de un mes, y de todo el plástico generado, menos de un 10% se recicla», expone Lapeña.

Los residuos están fuera de control y la mayor parte del plástico acaba quemado o abandonado en el medio ambiente, donde tarda mucho tiempo en desaparecer. Una bolsa de plástico puede tardar hasta 400 años en degradarse.

El plástico acaba llegando incluso a nuestro organismo a través de los objetos de este material que utilizamos y de los alimentos que ingerimos, algo que también es perjudicial para la salud. Según un estudio de la Universidad de Newcastle, cada semana ingerimos 5 gramos de plástico, el peso de una tarjeta de crédito.

Medidas para reducir el plástico de un solo uso

Medidas para reducir el plástico de un solo usoEn los últimos años se han tomado medidas para reducir el impacto del plástico de un solo uso en la contaminación, como la retirada de bolsas de plástico de tiendas y supermercados, pero este sigue representando un «porcentaje importantísimo» del total.

De ahí que la Unión Europea haya tomado la decisión de erradicar algunos de estos artículos. Una iniciativa a la que se ha sumado también empresas como Amazon. El gigante de la distribución anunció en diciembre pasado que dejaba de vender artículos de plástico desechables.

Según Ana Lapeña, se trata de un «paso muy positivo» porque «regula una gran cantidad de plástico, pero no es el fin de este material», del que no podemos prescindir totalmente. «El impacto de la normativa dependerá de la ambición que tengan los países en adaptarla», afirma la técnica de Cultura de Sostenibilidad, que cree que el efecto «se dejará notar».

La solución al problema del plástico implica a todos los sectores de la sociedad y todos tienen su parte de responsabilidad. En el caso de la industria y las empresas, la solución pasa por apostar por la economía circular. «Desde el diseño de cualquier tipo de objeto tenemos que evitar, cuando sea posible, el uso del plástico el uso del plástico. Siempre habrá que pensar en su posterior reutilización y reciclado», sostiene Lapeña.

¿Qué podemos hacer como consumidores?

Como consumidores, también podemos reducir el consumo de estos artículos y su impacto en la naturaleza, según explica la especialista en medioambiente.

Por ejemplo, «cada persona utiliza a lo largo de su vida unos 300 cepillos de dientes, y estos representan el 1% de los plásticos que hay en los océanos». En este caso existen alternativas como los cepillos de bambú, o los cepillos de mango reutilizable a los que solo hay que cambiar el cabezal para no generar tantos residuos.

También, según Lapeña, se puede «evitar el agua embotellada y siempre que sea posible llevar una botella de agua reutilizable».

Por último, un vistazo al cuarto de baño: pásate pasarte a los jabones de mano y ducha en pastilla, y también puedes encontrar barras sólidas de acondicionador. Los peines de madera, colonias a granel o las esponjas de materiales naturales son otras alternativas.

Y olvidarse de los bastoncillos que, «además del problema ambiental, son nefastos para nuestros oídos», dice Lapeña.

«Poco a poco van surgiendo alternativas al plástico en los materiales que usamos diariamente», asegura la técnica de Ecodes, que indica que la investigación y desarrollo de nuevos materiales que puedan sustituir al plástico o ayudar a que su producción sea más sostenible juega también un papel importante.

Un paquete de compresas equivale a 4 bolsas de plástico

Dentro de los plásticos de un solo uso se encuentran los productos de higiene femenina como las compresas y los tampones que las mujeres utilizan durante su menstruación.

Europa todavía no se ha pronunciado sobre estos artículos, pero no hay duda de que tienen un peso importante en los plásticos de un solo uso, como los pañales o las toallitas húmedas. Veámos.

Según datos de ZeroWaste Europe y Health and Environment Justice Support, una mujer tiene la regla 3.000 días a lo largo de su vida, es decir, durante unos 8,2 años. En este tiempo puede llegar a usar 12.000 productos menstruales desechables. Son 150 kilos por mujer, suficiente para llenar dos minibuses. De cada uno de estos artículos, el 90% de media es plástico. Un paquete de compresas supone el equivalente a 4 bolsas de plástico.

Hoy en día existen alternativas de higiene femenina como las copas menstruales de silicona natural o las compresas de tela lavables y reutilizables que, además de reducir la contaminación, son también más saludables para el cuerpo humano.

Algunos plásticos contienen disruptores endocrinos, sustancias químicas que modifican el equilibrio de las hormonas, produciendo alteraciones en la fisiología del individuo.

Estas sustancias pueden introducirse en el organismo a través de las compresas y tampones, pero también de alimentos que ingerimos que han estado en contacto con envases de plástico o de utensilios de plástico que usamos para comer y beber.