-¿Qué estás haciendo en China?

-Actualmente estoy impartiendo clases de inglés en un colegio de Educación Infantil para alumnos de 4 años y formando a las profesoras chinas en inglés y en técnicas educativas.

-¿Cómo surgió esta oportunidad?

-Mi marido trabaja aquí y pedí una excedencia. Una vez en el país solicité trabajo como profesora en una página web y obtuve varias ofertas porque hay mucha demanda de profesores de inglés extranjeros.

-¿Cuándo llegaste a China? ¿Qué fue lo que más te sorprendió del país?

-Llegué en septiembre. Al ser un país tan diferente al nuestro, me llamó la atención todo: el tráfico, las costumbres, la comida, pero especialmente al llegar, me sorprendió que me hacían fotos por la calle porque en algunos casos era la primera occidental que veían.

-¿Cómo ha sido el proceso de adaptación a un país y a una cultura tan diferentes a la nuestra?

-Ha sido difícil porque es todo diferente y hay que observar y respetar sus costumbres. Ellos no se dan abrazos ni besos cuando se ven (aunque sean familia), escupen por la calle y hacen ruidos para sorber la comida. Otra curiosidad es que nunca dan las gracias y les resulta extraño que nosotros lo hagamos.

Por otro lado son extraordinariamente generosos y hospitalarios y siempre tienes que comer lo que te ofrecen para mostrar respeto y cordialidad así como aceptar sus exagerados regalos.

-¿En qué zona de China te encuentras?

-Estoy al Noreste, cerca de Corea del Norte, en Shenyang, provincia de Liaoning.

-¿Qué puedes contarnos sobre ella?

-Para ellos es una ciudad mediana, pero para mí es una ciudad enorme con 8 millones de habitantes aproximadamente. Es muy fría en invierno (en diciembre alcanzaremos los 20 grados bajo cero) y muy calurosa en verano (hasta 40 grados). En esta ciudad hay un gran movimiento comercial y existen muchas empresas de importación y exportación con Corea, Japón, Rusia, así como con Europa y EEUU.

-¿Cómo es tu trabajo de profesora en China? ¿Hay muchas diferencias entre el sistema educativo chino y el español?

-En mi trabajo tengo que seguir estrictamente unas rutinas que comienzan a las 7.50 de la mañana. Si llego a trabajar a las 7.51 lo consideran tarde y debo pagar una multa económica. Son muy estrictos y no dejan lugar a la improvisación, aunque me dan libertad en mi horario de clase para aplicar mis métodos y desarrollar mi estilo de aprendizaje.

Los niños son mucho más autónomos y disciplinados que los españoles. Son muy trabajadores y saben imitar todo perfectamente. Funcionan con la repetición de modelos, pero son poco creativos.

-Los chinos tienen fama de tomarse muy en serio los estudios. ¿Es cierto este estereotipo?

-Sí, los horarios de estudio de Secundaria y Bachillerato son muy duros. Depende de los colegios pero la mayoría empieza las 8 de la mañana y acaba a las 5 de la tarde. Algunos pueden acabar a las 8 o las 9. Sólo tienen una hora para comer y después hacen deberes y estudian hasta las 12 de la noche o incluso más. La media es de 15 horas diarias incluidos los fines de semana. En el último año correspondiente al examen de acceso a la Universidad sólo duermen 4 o 5 horas al día.

-¿Y qué puedes contarnos de la cultura china? ¿Era como la imaginabas?

-La cultura china es maravillosa. Tienen una gran historia que se puede intuir visitando las ciudades prohibidas y la Gran Muralla. Su cultura gira alrededor de la Luna. Tienen un gran respeto por los difuntos y la religión.

Son muy supersticiosos. En los hoteles no existe el número 4 porque simboliza la mala suerte y nadie quiere ese número para las matrículas de coche o números de teléfono. Los usos de las cuartas plantas, son más baratos.

Por otro lado, se centran más en cuidar de los demás y en hacer cosas buenas para la sociedad y para el país que en sí mismos. Siempre parten de lo general para llegar a lo particular. Por ejemplo las fechas comienzan con el año, luego el mes y finalmente el día.

-China es una república comunista. ¿En qué se nota? ¿Se diferencia mucho de las democracias occidentales?

-Todos siguen las normas que dicta el gobierno. Protestar puede conllevar penas muy duras. Es un país donde existe la pena de muerte.

Respecto al día a día, el comercio y la tecnología están convirtiendo el país en un lugar de mucha riqueza y muchas desigualdades. Al lado de centros comerciales carísimos con tiendas de primeras marcas europeas, conviven mercados callejeros de ropa, objetos y comidas carentes de higiene o controles sanitarios.

-¿Los horarios chinos son diferentes de los españoles?

-Sí. Aquí tengo que comer a las 11.30 de la mañana y se suele cenar a las 6 de la tarde. Los restaurantes suelen cerrar las cocinas a las 8, y se van a dormir sobre las 9 o las 10 de la noche.

-¿Y la comida? ¿Se parece a la que comemos en España cuando vamos a un restaurante chino?

-No, la verdad es que no tiene nada que ver. En España han «occidentalizado» la comida para tener clientes porque la comida china es muy picante y tiene verduras y salsas que son difíciles de encontrar en Europa. El propio arroz o los noodles tienen una consistencia diferente. Hacen muchos pucheros con vegetales y carne de cerdo. Del pollo, siempre ponen para comer el cuello o el esqueleto. En Pekín es típico el pato laqueado que se toma con unas tortitas o crêpes. Lo que no he visto son rollos de primavera o pollo con almendras. En Shenyang se toma pollo con pistachos y hay una especie de ravioli llamados dumplings deliciosos.

-Durante diez años has colaborado muy activamente en este suplemento. ¿Has conocido alguna experiencia similar en China?

-En prensa no. Sólo aparecen como publicidad, pero todo el mundo tiene una aplicación llamada ‘WeChat’ que es una mezcla de WhatsApp, monedero, Instagram y Twitter. En ella publican todo y, como digo, sirve para pagar en las tiendas (no existen casi pagos en efectivo), reservar taxi, transferir dinero y como auténtica red social. Allí sí que publican fotos y experiencias.

-Ya para terminar, ¿qué es lo que más echas de menos de nuestro país?

-A mis seres queridos (familia, amigos, alumnos) y, sinceramente, un buen bocadillo de jamón o unos calamares bravos.