Las cosas cambian de noche. Por el día no te tropiezas con las cosas que has dejado en el suelo de tu habitación porque las ves, por la noche das tres traspiés antes de llegar a la cama.

Por el día escuchas risas, te quieros y besos, por la noche oyes riñas y llantos.

Por el día las personas sonríen y se abrazan, por la noche escriben papeles que se pegan unos a otros a la espalda.

Por el día no apetece estudiar porque queda mucho fin de semana por delante, por la noche no apetece estudiar porque tienes sueño y si no has hecho nada antes no lo vas a hacer ahora.

No son tan distintos, la verdad. Equilibrio, de eso se trata.

Igual la noche no cambia las cosas.

Igual, y solo igual, son las personas las que cambian conforme anochece.

Y es que el mundo es una ilusión que todos vemos y entendemos de forma distinta.