Yo sí que me uno al montón de personas que nos comunicamos con el mundo mediante internet. Como la mayoría de adolescentes de hoy en día, estoy registrada en la mayoría de redes sociales, como por ejemplo Twitter o Instagram y, por supuesto, tengo Whatsapp.

Uso este recurso porque me parece el más cómodo y económico. Hoy en día te sale mucho mejor una tarifa de internet que una de llamadas. Yo no quiero que se pierda eso nunca, porque recuerdo que hace unos años me pegaba como una hora hablando por el teléfono fijo de mi casa y era mejor.

No necesitábamos emoticonos ni nada, porque solo con oir nuestro tono de voz ya sabíamos cómo estaba la otra persona. Ahora solo usamos la tecla de llamar para casos de urgencia o cuando no hay conexión a internet.

Tampoco es que esté en contra de este medio informático ni mucho menos, ya que la civilización tiene que ir evolucionando. Además, podemos saber cómo está el mundo solamente pulsando un botón y podemos hablar con los primos de Chile en menos de un minuto. Internet nos acerca, pero a la vez nos aleja. No me parece normal que una persona tenga que estar pegada a su móvil. Así no se puede vivir.