¡Fantasmas a maquillaje! ¡Esclavas del campo a peluquería! ¡Los que no estén cambiados que se cambien! ¡Y los demás a descargar la furgoneta y a montar la escenografía! Vaya, vaya… Parece que organizar a 35 adolescentes para representar una obra clásica va a ser una odisea. Aunque yo, estimados lectores, de tratar con estas criaturas llenas de hormonas no os puedo hablar, ya que soy meramente una pequeña parte del elenco de esta compañía tan numerosa, no uno de los directores teatrales: Mari Ángeles Parroqué y Juan Luis Pérez, ni tampoco uno de los coordinadores del proyecto Clásicos Luna: José Ángel Alegre y Esther López.

Pero afortunadamente, sí que puedo exponer el punto de vista de un actor en esta compañía, más exactamente, mi experiencia actuando y formando parte de la obra La comedia de las apariciones, que estrenamos el 2 de abril en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza.

Para ello, he de remontarme al año pasado, cuando comenzó para nosotros el proyecto. Primero tuvimos que hacer un casting, y al cabo de unos pocos días tuvimos una reunión en la que nos hicieron saber de qué iba la obra en la que íbamos a actuar, una adaptación del texto Mostellaria del autor clásico Plauto, que recibió el nombre de Aquí me Plauto. A partir de entonces todo fue creciendo muy rápido, nos asignaron nuestro personaje, nos pasaron los textos y fuimos quedando muchos lunes por la tarde para ensayar.

En los ensayos aprendemos a manejar nuestro cuerpo, que no debemos tener vergüenza, y sobre todo aprendemos que en el teatro, actuando, uno se lo puede pasar de maravilla. Para terminar la temporada, tuvimos el honor de actuar en los colegios Santo Domingo, Tenerías y en el barrio Oliver, siempre en frente del público infantil.

Este año, la obra también avanzó con la incorporación de nuevos personajes y con la transformación de nuestros movimientos y onomatopeyas hacia algo más serio. La seriedad vino gracias a unos acontecimientos realmente emocionantes para nosotros, ¡íbamos a actuar en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza, en el Teatro Joventut de Hospitalet de Llobregat y en el Auditorio ‘Carlos Saura’ del Palacio de Congresos de Huesca! Además, por si fuera poco, ¡en Zaragoza y en Hospitalet mostraríamos dos funciones seguidas!

Actuar en estos lugares nos hacía mucha ilusión, entre otras razones, porque el simple hecho de mostrar algo en lo que has estado trabajando crea emoción, pero además, con esta obra muchos de nosotros teníamos que salir de nuestra zona de confort, ya fuese representando personajes más o menos semejantes a nuestra persona (ancianos, borrachos, meretrices, esclavas con dolores, etc.) o por tener que practicar en frente de tanta gente una disciplina que no dominásemos, como puede ser el baile o el canto.

A pesar de todo, estamos realmente satisfechos con los resultados, ¡nos sentimos eufóricos! ¡Cada vez que se bajaba el telón nos poníamos a bailar la canción de fondo y a abrazarnos! Ninguno va a olvidar esta experiencia, y el año que viene volvemos a la carga. A crecer un poquito más, tanto el proyecto con nosotros, como nosotros con el proyecto.