Hola, soy Sandra. Sí, esa gilipollas que cometió un gran error. Todo comenzó una noche de fiesta en casa de unos amigos. Estaba muy entusiasmada y nerviosa, vinieron mis mejores amigos, Carlos y David, a recogerme, pero como siempre, yo no estaba lista.

Cuando llegamos, nos encontramos con una casa gigante, había mucha gente y entre toda ella estaba él; entre la risa y el alcohol fui un momento al servicio y, al salir, de repente alguien se chocó conmigo, levanté la mirada y era él, el guapísimo bombero.

La verdad es que no me encontraba muy bien, así que decidimos sentarnos en una habitación, estuvimos hablando bastante tiempo y entre nosotros había mucha química; de repente él se lanzó a darme un beso; como ya dije, no me encontraba bien y tuve que irme corriendo al baño a vomitar (había bebido demasiado); sentí entonces cómo alguien me agarraba el pelo, alcé la mirada y era él.

De ahí surgió un amor, pero no me di cuenta hasta tarde de que ese amor era un amor tóxico. Al principio todo era un cuento de hadas, pero con el tiempo abrí los ojos y me di cuenta de que todo era distinto; querer a una persona es cuidarla, respetarla, apoyarla… Y no fue exactamente así.