Querida María,

Te escribo, o, mejor dicho, me escribo una carta a mi yo del futuro, a la María que dentro de unos años leerá esto.

Te preguntarás para qué lo estoy haciendo y para qué escribo esto. Simplemente es para que recuerdes la cantidad de cosas que has logrado y que jamás hubieras pensado que ibas a poder hacer. Para que recuerdes a las personas que han marcado tu vida, los olores, costumbres, lugares que recuerdes con admiración…Para que te recuerdes a ti. Para que nunca olvides a la María que has sido, los errores que cometiste en tu juventud y tus superaciones. No puedo dejar de pensar en quién serás, qué será de ti, de tu vida y de tu familia. De si te habrás mudado a Finlandia como tanto deseábamos, de si te habrás enamorado o si te habrás muerto por soledad, encerrada en el cuchitril en el que a los dieciocho años vivíamos, con los nueve gatos y los dos perros. Preguntarme esto es normal, ¿no? Al fin y al cabo, es mi vida, es nuestra vida. De todo lo que he vivido hasta ahora te podría echar la bronca por las miles de estupideces que has cometido y darte la enhorabuena por los objetivos superados.

Pero para ser sinceros, tengo miedo de que sufras, de que te hagan daño. Temo que des todo de ti, como tú siempre haces, pero que a cambio no lo recibas.

Quiero que tengas coraje, que sepas decir no a pesar de lo que digan los demás, que te hagas respetar y saques a la María peleona que tienes dentro. Pero, sobre todo, que disfrutes la vida y que seas feliz, que vivas cada momento con las personas que lo son todo para ti. Que recuerdes la frase que tú y yo conocemos de nuestro John Lennon: “La felicidad está dentro de uno…no al lado de alguien”. Que no te dejes llevar por la corriente social, quiero que seas tú y nunca dejes de serlo, porque eres increíble.

Sé feliz, dedícate a lo que te llene, como nuestro querido Magisterio, que nos volvíamos locas al soñar nuestro futuro rodeado de niños. Cuando leas esto, te acordarás de la persona que fuiste y que, estoy segura, no has dejado de ser.

Mi consejo más valioso es que disfrutes el momento, cada detalle, cada olor a comida recién hecha, cada mirada, cada sueño, susurro y penumbra… Disfruta tu vida, disfrútate a ti, quiérete a ti. Cada vez que no lo hagas piensa: «Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios mi libertad, mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria el mar».