Las cifras de visitantes que ha logrado la Seo de Tarazona muestran la importancia de la conservación y divulgación del patrimonio cultural. No solo para evitar que se pierdan en la ruina, como tantas veces ha ocurrido (y sigue ocurriendo) en Aragón, sino porque cada recuperación de patrimonio se muestra como un foco económico importantísimo.

Los historiadores, historiadores del arte, arqueólogos, restauradores y los profesionales que nos dedicamos en general a las humanidades, nos hartamos de ver cómo las leyes educativas o el pensamiento colectivo de la sociedad ven estas ramas profesionales como poco rentables, a veces incluso innecesarias o que apenas sirven para ganar el quesito amarillo del Trivial. Las restauraciones de monumentos, restos arqueológicos y excavaciones son a veces vistas como algo molesto incluso por las instituciones públicas, y el dinero que se les dedica como un gasto.

Pero precisamente es todo lo contrario. Son inversiones en favor de la economía y de la generación de empleo, y esto se refuerza aún más en el medio rural. España antes del covid era una de las 3 primeras potencias de turismo a nivel mundial, pero no solo de sol y playa. El turismo cultural mueve más dinero cada año, y territorios de interior como Aragón deben tenerlo como una de las piezas claves de su economía, especialmente en la llamada «España vaciada». Y son precisamente esos profesionales en las diferentes ramas de las humanidades los que lo hacen posible con recuperación de patrimonio, restauración, desarrollo de rutas y muchas otras cosas más que después atraen visitantes que a su vez pernoctan, comen y consumen en bares, restaurantes y tiendas generando así el mantenimiento e incluso generación de empleo.

Así ha sido el caso de la catedral turiasonense, pero hay muchos más en Aragón. Por ejemplo la recuperación y estudio que se ha hecho del fabuloso castillo de Peracense, en Teruel. Han merecido la pena los años de cierre para disfrutar ahora de esta joya medieval que realmente impresiona y que se está convirtiendo cada vez más en un foco de atracción turística y en un motor económico tanto para el pueblo como para la comarca del Jiloca.

No nos movemos de la Edad Media para resaltar el caso de la iglesia-fortaleza mudéjar de Santa Tecla, en el zaragozano pueblo de Cervera de la Cañada. Construida en el siglo XV y declarada como patrimonio de la humanidad por las Unesco en el año 2001, las diferentes actuaciones de recuperación llevaron a su cierre durante varios años, aunque el resultado merece la pena. Un edificio cuyo exterior en lo alto del pueblo es muy sobrio para después sorprender y mucho al visitante con su increíble interior. Pinturas murales que imitan a sillería, bóvedas nervadas decoradas con dragones, un alfarje bajo el coro con representaciones pintadas de los escudos tanto del pueblo como con el señal real de los monarcas aragoneses, y dos preciosos rosetones florales gótico tardíos que hacen las delicias del visitante.

Otros ejemplos de grandes monumentos que han estado años cerrados para su recuperación son el palacio de la Aljafería así como la propia Seo de Zaragoza. Esta última estuvo totalmente cerrada por los trabajos entre 1988 y 1996, cuando se empezó a abrir por secciones tanto para el culto como para la visita aunque no estaría completamente lista hasta 1998. Sin embargo, una vez recuperados ambos monumentos estos atraen miles de visitantes cada año, superando en el caso de la Aljafería los 300.000 en el año 2019.

No muy lejos de allí, en Cadrete se ha recuperado en los últimos años su castillo, origen de la localidad y mandado construir por el califa cordobés Abd al-Rahman III entre los años 935 y 936 para someter a la Zaragoza musulmana, siempre autónoma y rebelde ante el lejano poder de la capital de al-Andalus. Su visita merece realmente la pena y precisamente esta semana se ha anunciado el reinicio de las visitas guiadas bajo reserva.

Sin embargo, todavía queda muchísimo por hacer. Por ejemplo la línea de castillos y fortalezas abandonados en los escarpes del Ebro que sirvieron para asediar y conquistar Zaragoza por el reino de Aragón pero que al estar dentro del campo de maniobras de San Gregorio no se pueden visitar ni actuar sobre ellos, con casos como los de El Castellar o el de Miranda. Y no me quiero olvidar de la torre mudéjar de la iglesia de Santa María de la Huerta, en la localidad abandonada de Villanueva de Jalón, cuya recuperación debería ser obligada antes de que no quede nada por salvar. En definitiva, cuidemos y respetemos nuestro patrimonio cultural y gestionémoslo bien, y él también nos cuidará a nosotros y a nuestra economía.