Actualmente todo el día es festivo e, incluso por la tarde, en los últimos años se hacen festejos taurinos. Pero no siempre ha sido así. Tradicionalmente por la mañana era un día laborable. Después de comer los turolenses iban con cestas cargadas de tortillas, roscas y productos de la matanza del cerdo, a la ermita de Nuestra Señora de Villa Vieja, situada fuera de la ciudad, junto al convento de los capuchinos, que era la antigua cárcel. Allí el sacerdote de la ermita oficiaba una misa a las cuatro de la tarde, que se le acabó llamando el Sermón de la tortilla y a la virgen de dicha ermita, la Virgen de la Tortilla . A continuación, la gente se desperdigaba por las afueras de la ciudad (solían escoger lugares como los Baños, las Atarazanas, el Martinete, la Fuente de los Fabianes y la bien famosa Cuesta de la Cera), merendaban tortilla, longanizas, etc. y de postre se comían una rosca.

Hoy en día la ermita de Villa Vieja ya no existe, la fiesta no tiene ningún carácter religioso o sacro y, normalmente, la rosca se toma como postre después de la comida del mediodía. Pero sigue siendo habitual que se reserve la tortilla como merienda.

El origen de la celebración es incierto. En la Edad Media, sobre las 12 del mediodía, en las puertas de la catedral se elegían los distintos cargos públicos de la ciudad, cuyo mandato duraba un año. Después la gente iba a comer fuera del núcleo urbano, cerca de donde estaba la ermita de la Villa Vieja y allí, por la tarde, se ofrecía una misa de réquiem por los familiares y cofrades difuntos.

Por otro lado, a partir de 1720, el 1 de mayo se celebraba la Fiesta de los Royos. En esta fiesta la cofradía de Nuestra Señora de la Villa Vieja recogía vino, rollos y roscas por las casas, organizaba una procesión desde la Parroquia de San Pedro hasta la ermita y, al final de la misma, se repartía la comida recaudada entre los asistentes.

Seguramente, la unión de ambas tradiciones es lo que daría lugar en el siglo XIX al Sermón de la tortilla. Según José Manuel Abad, la primera vez que aparece citada la fiesta con este sobrenombre es en el semanario Heraldo de Teruel de abril de 1897. También ha tenido acceso a los Estatutos de la Hermandad de la Villa Vieja de 1899, que dicen que todo tenía lugar: «las vísperas que se cantan en la ermita de Nuestra Señora de la Villa Vieja la tarde del tercer día de Pascua de Resurrección de cada año». Según estos estatutos, todo comenzaba con «un refresco que se da a los señores sacerdotes de la hermandad, señor predicador, junta de cargos y demás cofrades (…) en la ermita o en la iglesia de San Martín, según el estado atmosférico». A continuación, el público se esparcía por los alrededores comiendo roscas y tortillas, lo que daría pie al nombre de la festividad.

Tras el parón de la guerra civil, la hermandad intentó relanzar la fiesta en los años cuarenta y cincuenta. El éxito fue fulgurante. Desde entonces cada año ha ido a más y el consistorio, debido al fuerte impacto popular, ha asumido la titularidad de la festividad. Eso sí, en los Estatutos de la hermandad de la Villa Vieja del año 2000 la siguen considerando una fiesta de su competencia.

Por último, deseo a todos los turolenses unas felices fiestas y les animo a que, con la mesura que impone el covid, cumpliendo las reglas y sin reunirse más personas de lo debido, coman y beban sin moderación, que es tiempo de celebración.