No hay verano sin noticias que, en ocasiones, incluso se convierten en polémica. Durante los meses de julio y agosto de 1972 la prensa de Zaragoza se ocupó de un proyecto artístico que, de realizarse, hubiera trascendido la atención local, pero la falta de apoyo institucional y ciudadano acabó convirtiéndolo en una propuesta que muy pronto cayó en el olvido. Me refiero a la intervención mural que los artistas José Manuel Broto y los hermanos Ángel y Vicente Pascual Rodrigo presentaron a Ángel Yus Calvo, portavoz de los propietarios de los distintos negocios del Tubo, un sector especialmente degradado del centro histórico de la ciudad que desde 1861, como ha estudiado la profesora Isabel Yeste, corría el peligro de ser demolido con la intención de prolongar el paseo de la Independencia hasta la plaza del Pilar, tal como aparece redactado en el Plano Geométrico del arquitecto municipal José de Yarza Miñana.

En 1969 el Ayuntamiento de Zaragoza convocó un concurso de ideas para remodelar la zona cuyas propuestas no convencieron, por lo que en 1970 volvió a retomarse la idea de construir una vía que comunicara directamente las plazas de España y del Pilar. El proyecto se paralizó y el Tubo sucumbió al abandono. Hasta que en julio de 1972 la prensa informó que, a iniciativa de los propietarios de los locales del Tubo, coordinados por Ángel Yus, la zona iba a ser remozada y pavimentada; y, no solo eso: los artistas José Manuel Broto, Ángel y Vicente P. Rodrigo habían presentado una propuesta para pintar las fachadas del Tubo. Según recuerda Ángel P. Rodrigo, a Manuel Pérez-Lizano se debieron los primeros contactos con los responsables de los negocios del Tubo, a quienes no parece que gustase el protagonismo de los artistas en la prensa. Y tras varios artículos y entrevistas -recuperados por María Luisa Grau en su tesis sobre pintura mural en Aragón­, el proyecto se desvaneció.

Potenciar y conservar el Tubo

Cuando aparecieron las primeras noticias, los artistas decidieron escribir una carta abierta para su difusión en prensa, que algunos periódicos publicaron el 2 de agosto de 1972, con el ánimo de despejar supuestos malos entendidos. Además de aclarar sus intenciones: «No se pretende despojar al sector de ninguno de sus valores estético-populares, sino potenciarlos y conservarlos», explicaban los motivos que les habían animado a proponer el proyecto y el plan de trabajo. En cuanto a los propósitos: entendían que las fachadas del Tubo eran un magnífico soporte para su pintura, en dos niveles: como elemento lleno de contenidos expresivos que merecerían realzarse desviando o restringiendo según los casos, y como verdadero sostén donde se apoyase materialmente la pintura. Respecto al plan de trabajo, en caso de llevarse a cabo, realizarían un estudio detallado de la arquitectura y peculiaridades del sector, estudiando cada una de las fachadas, para atender a su morfología (composición arquitectónica, disposición de huecos, relieves...) y a su uso (viviendas, estancos, bares, tiendas...). Y, desde luego, siempre con una estética armonizada y acorde con un entorno de personalidad tan definida. A la toma de fotografías seguiría la elaboración de bocetos y, finalmente, la intervención directa en las fachadas -paredes, balcones, ventanas, tejados...­, a manera de un enorme bastidor. Siendo conscientes, como previamente lo habían manifestado en diferentes entrevistas, de las enormes e imprevistas posibilidades que cada fachada les ofrecía. Ángel Yus recibió la propuesta que a nadie convenció.

Los primeros bocetos que los artistas realizaron no se conservan. Tampoco habían previsto diseñar sobre el papel la intervención mural completa, una tarea de extraordinaria complejidad que además restaba inmediatez y frescura al proyecto. De todos modos, la polémica suscitada y la falta de respuesta motivaron que los artistas olvidaran el tema para dedicarse a otros asuntos pendientes.

José Manuel Broto

Broto, que en ese momento estaba realizando el servicio militar, se trasladaría a vivir a Barcelona donde consolidó su trayectoria artística, que en Zaragoza ya gozaba de reconocimiento desde que en 1970 lograra la Medalla de Oro del I Premio San Jorge de la Diputación de Zaragoza. Para entonces el artista había superado la figuración inicial a la que siguió una breve etapa matérica que derivó en su interés por el constructivismo, como había quedado de manifiesto en las obras que presentó junto a Arrudi y Monclús en la Diputación de Zaragoza (junio 1968), y en la colectiva 6 artistas contemporáneos (Arrudi, Broto, Maturén, Monclús, Rubio, Broto), en el Centro Mercantil (octubre 1969); además de en las individuales celebradas en las galerías Galdeano (mayo 1969) y Libros (febrero 1971) de Zaragoza, y en la Petite Galerie de Lleida (mayo 1971). Javier Rubio, amigo y compañero del grupo de Trama, recordaba años después que entre 1968, fecha de sus primeros cuadros abstractos, y 1972, el modo de pintar de Broto se movía dentro de las coordenadas reduccionistas que oscilaban entre el minimalismo y un cierto constructivismo, que partía a medias de Cuenca y de Nueva Generación, al margen de referencias más generales a la historia del arte moderno.

Ángel y Vicente P. Rodrigo

Tras el fracaso de la iniciativa de pintar el Tubo, Ángel y Vicente P. Rodrigo se centraron en la exposición que entre el 14 y 18 de septiembre de 1972 celebrarían en la Casa Consistorial de L’Ainsa, con motivo de la presentación oficial de Andalán, cuyo primer número apareció el 15 de septiembre de aquel año. En la segunda entrega, los artistas escribieron un texto sobre aquella muestra de veintiséis pósters, en la que además se proyectaron diapositivas de sus cuadros. Siguió la exposición en la galería Atenas de Zaragoza (25 noviembre-13 diciembre, 1972), donde seleccionaron pinturas, dibujos, pósters, volátiles de estética pop, que analizaron Mariano Anós y Juan J. Vázquez en la sexta entrega de Andalán.

A falta de conocer siquiera un boceto de la intervención de Broto y de los hermanos Pascual Rodrigo en el Tubo, solo cabe imaginar lo acertado de una propuesta que reunía dos de las tendencias del momento: constructivismo y pop. La austeridad cromática y formal de la obra de Broto hubiera conjugado bien con el pop de los hermanos Pascual Rodrigo, en absoluto ajenos a la sobriedad constructiva que organizaba muchas de sus obras.