«Necesito conmoverme con las historias. Hay belleza en todas partes y depende de tu corazón y como te relacionas con la gente». Conmoverse para conmover. Esa es una de las premisas del trabajo de la Cristina García Rodero, quien asegura que «la gente tiene miedo porque vive en un espacio cómodo, ese miedo al otro paraliza y genera distancia». La fotógrafa consiguió borrar todas las barreras en su viaje a la India, de la mano de la Obra Social La Caixa y la Fundación Vicente Ferrer.

Ahora el fruto de su mes y medio de estancia en Anantapur, una de las zonas más pobres de la India, se expone en CaixaForum Zaragoza bajo el título Tierra de sueños. Fue un mes y medio y casi 70.000 fotos, de las que se exponen 68, que presentan a la mujer de la India como el motor del cambio, con sus saris de colores que quizá «esconden los claroscuros de su existencia», explicaron ayer en la presentación la propia García Rodero, Ferrán Aguiló, secretario del Patronato de la Fundación Vicente Ferrer; Ariadna Bardolet, directora de Programas Internacionales de la Fundación La Caixa; y Ricardo Alfós, director de CaixaForum Zaragoza.

Con sus fotografías, García Rodero pretende «vivir los problemas a través de las personas, con sus arrugas, con sus ojos o con sus cuerpos vendidos por el peso», reconoce. Cuando llegó a tuvo ganas de «salir corriendo porque había una luz espantosa» pero logró «abrir los ojos a la India» para «hablar del dolor, de los problemas» y las soluciones que aporta la Fundación, pero también de su gente, sus días importantes, su religión, su país, su economía... La ciudad, Anantapur es «sucia, ruidosa pero todo se compensa con su gente, abierta, generosa y cómplice».

García Rodero compartió su tiempo con niños ciegos, enfermos de polio, con una madre con dos niños enfermos mentales «a los que cuidaba» amorosamente. Y todo gracias a los conocimientos transmitidos por los voluntarios.

DUREZA Y ESPERANZA

Las mujeres no son las únicas que aparecen, pero sí la mayoría «porque te abren su casa y su corazón». Por eso, aparece retratada una viuda «con dos niños que lloraba por el futuro que tenía por delante» porque ser viuda en la India es «una desgracia; significa que no has sabido cuidar a tu marido». U otra mujer, «que hubiera sido una gran líder» que cosía y cosía en una casa sencilla y humilde. «Nos acostumbramos a tener todo pero allí te das cuenta de que no hace falta». También habla sobre féminas que han sobrevivido a un suicidio por «infelicidad o por el dolor de haber dejado a los hijos atrás tras huir» de un maltrato continuado.

Hay momentos duros, tristes, pero también hay esperanza y felicidad en los retratos de bodas, en los momentos en los que los niños enfermos juegan o en los de las jóvenes que estudian y han conseguido becas a través de la labor de la Fundación. Ese ha sido uno de los criterios, mostrar el trabajo de la organización, sin olvidarse de la emoción de las historias de los retratados.