Movida por un sentimiento de culpa, la exdetective Elena Martínez rememora un caso que investigó hace varios años, la extraña desaparición del empresario catalán Robert Solivellas. Carmen Riera presentó ayer en Los portadores de sueños de Zaragoza su última novela, Vengaré tu muerte (Alfaguara).

-Creo que esta novela no resiste a la frase de cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

-(Risas) Hombre, hay mucha realidad en esta novela, todo el trasunto se puede considerar real; la anécdota, no, el personaje solo existe en las páginas del libro pero todo lo que supone el entorno, la corrupción, la violencia de género, sí son muy reales.

-¿No deja de ser una novela negra aunque la haya calificado como gris?

-Dije que era gris oscura porque me riñieron ya que cuando terminé Naturaleza casi muerta (2012) aseguré que no volvería a escribir más novela negra y en realidad, aunque el día de la presentación no quise entrar en eso, si te fijas en la fecha de atrás es anterior. Es decir, empecé esta novela antes que Naturaleza casi muerta, por lo que no he mentido. Lo único que he hecho es terminarla y en ese aspecto, como tiene mucho sentido del humor y es divertida, no es negra sino que es gris oscura y así ya la gente se conforma.

-Un humor que sirve para blanquear la realidad, ¿es necesario para soportarla?

-Creo que a medida que te haces mayor el humor es todavía más importante porque si te miras al espejo y te ves cómo eres, te mueres, das un grito de horror pero si te miras con un humor condescendiente es mejor. En la novela la realidad es tan dura que si no la tomamos con un poco de sentido del humor no se soporta.

-¿Es una novela moral?

-Tiene ese tono menor humorístico incluso casi costumbrista. Detrás de todo eso está el por qué se escribe esta novela que es en el fondo una denuncia pero no en el primer plano porque sería un panfleto.

-Se habla de culpa, venganza... y todo relacionado con la profesión de detective de la protagonista.

-Ella es muy mala como profesional y por eso acabará como acabará y, en realidad, escribe porque tiene un complejo de culpa espantoso porque realmente se ha equivocado.

-¿Le fue difícil encontrar la voz narrativa?

-Un poco porque lo que me ocurría es que necesitaba que no tuviera nada que ver conmigo para poder ceder la voz. Y una vez que me pareció que esta voz podía funcionar fue fácil pero hasta dar con ella fue complicado porque estoy más acostumbrada a hacer literatura, a buscar ciertas frases más largas y cierto toque musical pero, claro, la protagonista que es la que escribe no es escritora. Ella tiene estudios pero nunca ha escrito un libro y no le preocupa ese asunto y por eso da clases en el Ateneo para que le den los mínimos instrumentos para poder escribir.

-No es nada inocente que la detective protagonista sea una mujer...

-No, es motivada. Y más en una profesión que es más de hombres sobre todo en el cine… Es un poco lo que ella dice, que es una profesión poco glamurosa, las detectives normalmente tratan casos de cuernos y espionaje industrial, no mucho más.

-La violencia de género está en toda la novela y la importancia de la mujer, incluso con un toque de humor se dice que las mujeres no interesan ni defecando...

-¡Es que es eso! El día que vi a los caganers, en la actualidad sí porque caricaturizan a la mujer también, pero los del XIX eran todos campesinos, no hay ni una mujer, ni siquiera nos dan importancia así. Se trataba de hacer ese tipo de denuncia de nuestra invisibilidad. Si lo haces con sentido del humor es más fácil que si lo haces dando hachazos. Yo soy muy así por mi carácter. Una vez estaba en Sevilla en un hotel y cuando entré a mi habitación en la colcha había un millón de hormigas. Bajé y les dije, «¿había reservada una habitación individual, verdad? Pues es que la comparto con un millón». Mejor decir eso que «qué guarros son ustedes.» Ese sí es mi punto de vista que le he cedido a la detective.

-La policía Manuela Vázquez es obvio que es un homenaje a Manuel Vázquez Montalbán, ¿por qué lo hace?

-La verdad es que se entiende mejor que yo le quisiera homenajear cuando cuento que escribí esta novela antes que la anterior y se publicó al revés, van ligadas las dos. Carvalho es un personaje maestro de la cuestión policiaca y me pareció interesante ese homenaje.

-¿Por qué tardó tanto en escribir esta novela que según ha dicho empezó hace ya varios años?

-Porque vinieron un libro de memorias y después Las últimas palabras... No sé, eso que pasa, que aparecen otras gentes y otras voces y tienes que escribir casi al dictado.

-He leído que a la hora de escribir, escribe una página en catalán y otra en castellano, ¿es su método?

-Es es muy raro, ya lo sé… pero Bernardo Atxaga hace lo mismo, ¿eh? Me viene muy bien porque una lengua me corrige a la otra y con la distancia que te ofrece, piensas «qué tontería acabas de decir», y me va muy bien.