Whitney

Kevin MacDonald

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Mientras recuerda el ascenso y la caída de Whitney Houston, Kevin MacDonald traza un arco narrativo de estructura del todo convencional que no favorece a su protagonista: perfilada de forma tan formularia, su trayectoria no parece tan distinta de la de otros mártires de la música. El director ha contado con el beneplácito del clan Houston, y eso por un lado lo deja a expensas de entrevistados en ocasiones evasivos pero por otro permite a Whitney aderezar su retahíla de hechos ya conocidos e imágenes ya vistas con una impactante revelación: que, siendo niña, la diva sufrió de abusos sexuales.

Pese a que la cinta finge tratar la información con tacto, acaba tratándola como la clave para entender el ocaso de la cantante, y no es la única contradicción en la que cae MacDonald. Entre los demonios de los que la rodea -el rechazo que generaba entre la comunidad negra, su bisexualidad clandestina, una familia parásita--, incluye a una sociedad que la trató como carnaza. Es una acusación hipócrita viniendo de una película que presta menos atención a las canciones de Houston que a la bañera en la que murió ahogada. .