Más que nunca, es hora de refugiarse del sol y el calor en salas oscuras y refrigeradas. Y es por eso que, aunque hoy día cualquier época es buena para estrenar un blockbuster, es el verano cuando los superhéroes franquiciados, las fantasías épicas y las comedias descerebradas suelenllegar a la cartelera de los cines a razón de al menos una por semana -aviso: también se estrenará este verano alguna historia de gente normal con problemas reales-.

Tan solo han sido necesarios 75 años para que la Mujer Maravilla tuviera su propia película, y para ella la recién estrenada Wonder Woman, protagonizada por Gal Gadot, es la oportunidad perfecta para callar las bocas de quienes consideran que el público no quiere ver el destino de la humanidad recaer en manos de una mujer. También la nueva encarnación del hombre araña, Spider-Man: homecoming (estreno, el 28 de julio), afronta interesantes retos: por un lado, hacer olvidar la fría acogida que tuvieron las dos entregas de The amazing Spider-Man; por otro, demostrar que los superhéroes también pueden protagonizar el tipo de comedia teen que tan bien hacía en los 80 y los 90 John Hughes. Y por su parte, la nueva fantasía futurista de Luc Besson, Valerian y la ciudad de los mil planetas (4 de agosto), despierta curiosidad sobre todo en dos aspectos: uno, es la película europea más cara de la historia y el gasto debería lucir en pantalla; y dos, quizá alguna de sus protagonistas, ya sea Cara Delevingne o Rihanna, pueda explicarnos cómo es posible que una ciudad incluya mil planetas.

De Transformers: El último caballero (4 de agosto), por último, no hay en cambio gran cosa que esperar, aparte de muchas más sinfonías de destrucción protagonizadas por robots que se convierten en coches. Es la quinta película de juguetes gigantes que Michael Bay dirige, y él promete que será la última. Pero ya dijo lo mismo después de rodar la tercera y la cuarta, así que no es muy probable que caiga esa breva.

De Cars 3 (14 de julio) se dice que cuenta una historia más madura que sus predecesoras, quizá porque los responsables de Pixar tratan de atraer aquellos espectadores originales de Cars (2006), hoy ya creciditos -algunos de ellos, en todo caso, lamentarán la creciente secuelitis que sufren los estudios de cine-. En cambio, el resto del cine animado de este verano apuesta por los más pequeños entre los pequeños. Gru: mi villano favorito 3 (30 de junio) volverá locos a esos mocosos y pondrá de los nervios al resto, especialmente a quienes sienten picores nada más ver a un minion. Al mismo segmento de edad se dirige Tadeo Jones 2: el secreto del Rey Midas (25 de agosto), cuya existencia era solo una cuestión de tiempo desde que Las aventuras de Tadeo Jones (2012) recaudó más de 18 millones de euros. Y Emoji: la película (11 de agosto) nos contará la historia de un emoji -obvio- que se embarca en una aventura -¿una appventura?- a través de las diferentes aplicaciones de un smartphone. Nos hemos vuelto todos locos.

La saga posapocalíptica de Stephen King en la que La torre oscura (4 de agosto) se basa es tan expansiva que es lógico que llevarla a la pantalla grande haya sido un camino largo y tormentoso. Y, al respecto, hay una incógnita que nos hace temer lo peor: ¿no son 85 minutos un metraje demasiado escaso para condensar siete novelas y un relato corto?

Mientras esperamos la respuesta, veremos cómo La guerra del planeta de los simios (14 de julio) culmina con la dominación simiesca total que de la que Charlton Heston fue testigo a finales de la década de los 60, y disfrutaremos de dos películas que son auténticos gazpachos de referencias: en Okja (estreno en Netflix, 28 de junio), el surcoreano Bong Joon-ho combina el cine de monstruos, la comedia de enredo y la sátira contra la industria cárnica; y en Colosal, estrenada este viernes pasado, Nacho Vigalondo mezcla la romcom y el retrato de la depresión con géneros nipones clásicos como el tokusatsu y el kaiju.

Y después, a tiempo para cerrar la temporada, Tom Cruise llegará al frente de Barry Seal: el traficante (1 de septiembre) para contar la historia de un expiloto de aviones reconvertido en vendedor de drogas cuyos asuntos con la CIA hicieron temblar tanto al cartel de Medellin como al Gobierno nortemaricano presidido en su momento por Ronald Reagan.

Dado que Christopher Nolan es hoy uno de los pocos directores de Hollywood que puede hacer lo que le dé la gana, hay curiosidad por ver cómo ha abordado en Dunkerque (21 de julio) uno de los más célebres episodios de la segunda guerra mundial (la huida de más de 330.000 soldados británicos, franceses y belgas después de que Francia fuera invadida por el Ejército alemán), y cómo ha acomodado en el reparto al cantante Harry Styles -¿será que quería instruir a las fogosas fans de One Direction en los horrores de la guerra?-. También de los libros de historia tira Kathryn Bigelow en Detroit (15 de septiembre), que recrea los disturbios que en 1967 causaron la muerte de tres hombres negros en la ciudad del título.

Los disturbios que Sofia Coppola escenifica en La seducción (18 de agosto) son de índole más doméstica: un soldado herido se refugia en un internado habitado por siete mujeres; los celos afloran y, en un momento de la película, Colin Farrell grita: «¡¿Qué me habéis hecho, zorras vengativas?!». Y por último recomendemos Llega de noche (7 de julio), cine de terror psicológico de altos vuelos. Una familia permanece encerrada en una casa, a salvo de una enfermedad apocalíptica, hasta que deben elegir entre la seguridad y la solidaridad. El tipo de película que los cines deberían proyectar con las luces encendidas.

Bichos amarillos y más personajes animados

Con denominación de origen

Cine comercial para gustos refinados