Después de Los Otros , Alejandro Amenábar habría podido rodar lo que le hubiera dado la gana. Y eso ha hecho: ha rodado Mar adentro . La peculiaridad del caso es que Mar adentro , en términos de mercadotecnia barata es una historia antipática que transcurre en el culo del mundo y que trata de un pobre hombre, anclado durante 30 años a su cama, cuyo deseo más vivo es morirse, en las antípodas de lo que le interesa a Spielberg, por más que me desmienta Alejandro, que cada vez que rueda un asunto serio, como desconfía de que le público no se aburra, lo rellena de espectaculitos innecesarios.

Mar adentro está rodada con sabiduría suprema, con arte científicamente destilado, interpretada como por milagro de algún dios que tenga el cine con el que Alejandro y sus actores (puede llamarse el dios trabajo y rigor) han hecho trato, en la que destaca un excelente uso del gallego y del catalán que, como acento y lengua, se utiliza por primera vez en España con la idoneidad con que lo hacen los intérpretes anglosajones.

Alejandro baja en Mar adentro a un realismo, documental por momentos, cómico en muchos, y cubre así con cuatro películas un espectro que otros no alcanzan en toda una vida profesional. Y siempre bien. Esta película es un paradigma de honradez, de compromiso social y de excelencia cinematográfica. Los que la han hecho son gigantes y amigos míos y el resultado es algo muy grande, y, como no podía esperar yo menos de ellos, hecho desde dentro.