La vida dedicada a la música del director Rafael Frühbeck de Burgos (Burgos, 1933) acabó ayer, en Pamplona, donde el maestro más internacional de su generación falleció a los 80 años. La brillantez y el rigor en su trabajo, junto con un carácter especial, muy alemán, marcaron la carrera del maestro que ha trabajado casi el final de sus días, como él quería. Pocas semanas después de que su familia anunciara su retirada, un cáncer se llevó al veterano músico.

La capilla ardiente quedó instalada en el tanatorio de la Clínica Universitaria de Pamplona, en la más estricta intimidad, según expreso deseo de la familia. Se prevé que el funeral se celebre hoy en el panteón familiar del cementerio de San José de Burgos, ciudad que ha decretado el día hoy de luto.

Músico muy completo y con una enorme capacidad de trabajo, Frühbeck de Burgos se convirtió en un gran embajador del repertorio español y dirigió más de un centenar de orquestas en Europa, Japón, Estados Unidos y Canadá. Entre ellas destacan la Filarmónica de Londres, de Berlín, de Israel y la Gewandhaus de Leipzig. Además de la Orquesta Nacional de España, que capitaneó entre 1962 y 1978, fue titular de las sinfónicas de Bilbao, de Düsseldorf, de Montreal, de Viena, de la Orquesta de la Radio de Berlín y de la Deutsche Oper berlinesa. Entre sus premios figuran la Gran Cruz de Alfonso X (1996), la Medalla de oro de la República Austríaca (1996) y la gran Cruz del Orden del Mérito Civil de la República Alemana (2001).

AMPLIO REPERTORIO

Su repertorio era amplísimo y abarcaba desde Beethoven, hasta compositores actuales. Una de las últimas piezas que estrenó fue Codex calixtinus (Cantus iacobi), de Tomás Marco, en el 2013. También fue el primero que programó en España todas las sinfonías de Mahler.

En un comunicado, el presidente Rajoy le calificó "como una referencia inexcusable de la cultura española". El ministro de Cultura, José Ignacio Wert, destacó de él: "Ha sabido como nadie comunicar con el público con una música servida desde la verdad, con hondura emocional, mando, orden y brillantez, sin ceder a tentaciones de espectacularidad". Su batuta transformó la ONE, que capitaneó durante 15 años. "Con él la orquesta vivió un periodo espléndido y brillante en todos los sentidos", declaró Félix Alcaraz, director técnico de la OCNE, de la que era director emérito. "Músicos técnicos le han venerado siempre, pero, sobre todo, el público que acudía a sus conciertos, que le adoraba".