Cuando parecía que la saga de Rocky Balboa ya no daba más de sí, el director afroamericano Ryan Coogler se encargó de recoger toda su herencia y reactualizarla para darle un nuevo sentido de acuerdo a los nuevos tiempos. En resultado fue Creed (2015), una película profundamente respetuosa con el material original pero recorrida por una energía joven y fresca que conectaba con el espíritu de supervivencia de las nuevas generaciones.

Ahora se estrena Creed II: La leyenda de Rocky, en la que volvemos a seguir los pasos y la evolución de Adonis Creed en su camino hacia la fama como campeón de boxeo después de haber sido entrenado por Rocky Balboa. Cuando parecía que por fin había encontrado la paz necesaria para calmar sus demonios internos, llamará a su puerta un fantasma del pasado: Ivan Drago (Dolph Lundgren), que mató en el ring a su progenitor, Apollo Creed, y que busca vengarse de Balboa por haberlo humillado en su Rusia natal, utilizando como vehículo a su hijo Viktor, al que ha convertido en una auténtica máquina de matar.

La película dialoga así de manera directa con Rocky IV (1985) y supone la recuperación de Dolph Lungren en un papel que le ha dado la posibilidad de desarrollar algo más su personaje. «Hace 30 años solo decía una frase: Voy a matarte», bromea el actor durante una visita a Madrid a presentar la película. «Drago se ha convertido en un outsider tras su derrota. Lo perdió todo y ha educado a su hijo en el odio. Si Rocky IV era una película orquestada alrededor del enfrentamiento entre rusos y norteamericanos en la era Reagan, en esta ocasión no hay atisbo de patriotismo ni de política.

Ryan Coogler no pudo hacerse cargo del proyecto ya que se encontraba inmerso en la realización de Black Panther, pero le pasó el relevo a un joven director. «Cuando llegas a una saga con un esquema tan definido es complicado introducir tu toque personal», cuenta Steven Caple Jr. a EL PERIÓDICO. «Pero yo lo he intentado al mismo tiempo que mantenía intacta la esencia. Fue un proceso difícil y al mismo tiempo intimidante mantener ese equilibrio».

Entre sus aportaciones, el director se siente orgulloso de haber conseguido darle la vuelta a los personajes masculinos y femeninos. «Nada de machos, nada de tíos guays y seguros de sí mismo. Adonis está lleno de inseguridades, es frágil y muy sensible. Sin embargo, Bianca (Tessa Thompon) es más dura, dice su opinión, tiene su propia vida y su carrera profesional. Tenía claro que no quería un personaje femenino que fuera el apoyo del protagonista, sino que tuviera su propia entidad independiente».

Además, nos cuenta que su mayor logro es poder haber empezado la película con un plano que se sale totalmente de los esquemas de la saga, ya que sigue al personaje de Ivan Drago y su hijo Viktor, los antagonistas.

Michael B. Jordan vuelve a ponerse en la piel de Adonis Creed convirtiéndose en uno de los rostros jóvenes más codiciados dentro del nuevo star system negro. «Tenemos que aprovechar este momento de eclosión del cine afroamericano, y tenemos la responsabilidad de hacerlo bien para facilitar la tarea de los que vengan después, al igual que la generación de Spike Lee nos ha pasado el relevo y ha contribuido a ponérnoslo más fácil a nosotros», dice el actor.

Creed II: La leyenda de Rocky sí supone la despedida definitiva de Sylvester Stallone de la saga que él mismo creó en 1976. Si Richard Linklater ha sido capaz de captar el paso del tiempo a través de los ojos de un niño, Stallone ha logrado radiografiar los cambios por los que ha atravesado su país en los últimos 40 años. Cada película de Rocky ha sido hija de su tiempo y ahora ya en un segundo plano en Creed dice adiós imprimiendo su personalidad. Lo hace a través de esas grandes reflexiones a la luz de una farola acerca de la vida y los golpes que recibimos en ella, pero también convirtiendo este último episodio en una tragedia shakespeariana sobre la herencia maldita y la culpa, sobre hijos que tienen que hacerse cargo de los errores de sus progenitores, que termina en un tierno abrazo de reconciliación.