Borgman, su octava película, fue la ganadora en el pasado Festival de Sitges. En ella, mientras observa al enigmático y diabólicamente carismático Camiel Borgman (Jan Bijvoet) sembrar el caos en una mansión de las afueras, el director holandés Alex van Warmerdan maneja el humor negro y una vaga sensación de amenaza para dejarnos muy, muy mal cuerpo.

--Borgman es cine genuinamente extraño. ¿Cómo se le ocurrió?

--Una vez leí una entrevista con Luis Buñuel en la que se declaraba fan del Marqués de Sade. Decía que Sade es la prueba de que el hombre es libre de pensar en todo, incluso en lo más repulsivo, y que nadie puede impedírselo. Esa es la única libertad real que tenemos, aunque la mayoría de nosotros reneguemos de ella. Borgman es mi intento de narrar algo usando esa libertad, paseando por los recovecos más inexplorados de mi mente.

--Hay mucha violencia en la película. ¿Es resultado de lo que encontró en esos recovecos?

--Quizá. Mi idea inicial era hacer una película de terror ambientada durante el día y el verano, pero revisé algunos extractos de películas de terror en Youtube y me parecieron demasiado sangrientas y atroces. Comprendí que no era lo mío. Pero es cierto que esos vídeos empujaron a Borgman en una dirección particular. La violencia está en todas mis películas.

--¿Y qué hay del humor? ¿Lo usó para hacer la violencia de la película más digerible?

--Oh, no, quería que fuera una película muy oscura. ¡Pero cuando empecé a editarla me di cuenta de que era divertida! Se la mostré a algunos amigos y se rieron como locos. Pero es un accidente. Yo no cuento chistes. Cuando me dicen: '¡Ah, Borgman es divertida!', siento que he fallado.

--¿Podría hablar del significado de la película? ¿Representan Camiel Borgman y su comportamiento un ataque a la arrogancia y la prosperidad burguesas?

--No era mi intención. Sin embargo, hay una escena en la película en la que el ama de casa dice que sentirse culpable por lo bien que vive su familia. A veces yo mismo pienso que es terrible el modo en que tu vida está determinada por el lugar donde naces. ¿Cómo no sentir vergüenza cuando ves a esa gente que se ahoga cruzando el Mediterráneo? De todos modos, la familia de la película es rica solo porque quise situar la historia en una casa grande. Mi idea era que Borgman no significara nada, pero que a la vez pudiera significar cualquier cosa.

--¿Se siente usted un poco como el personaje de Borgman, una especie de dios vengador que manipula a los personajes y los empuja a conductas autodestructivas?

--Un poco. Todo artista es básicamente Dios. Cuando hago mis películas también yo lo soy. Nadie me dice lo que debo hacer. Cuando empecé a escribir no tenía ningún plan, ninguna estructura y no sabía qué dirección iba a tomar. Incluso cuando empecé a rodar no sabía de qué iría la película. Eso es ser libre.

--Tras su estreno en el pasado festival de Cannes, la película fue comparada con Funny games, de Michael Haneke. ¿Qué le parece?

--Que es estúpido compararlas solo porque ambas hablan de gente que invade una casa. En Funny games unos chicos asesinan a una familia porque se aburren, pero mi película tiene más elementos metafísicos. Y no me gusta la forma en que Michael Haneke presenta la violencia, porque creo que su cine es didáctico y un poco hipócrita. Las películas de terror deben ser experiencias más intelectuales, no pura explotation.